lunes, 1 de diciembre de 2008

La conveniencia de cumplir ciertos objetivos y de poestergar otros- Esteban b.


Hace unos meses leí una columna de Juan Villoro (escritor mexicano) sobre la necesidad de cumplir con algunas metas que uno se propuso en la vida (por ejemplo, terminar una carrera)y la necesidad de no alcanzar otros objetivos por los que nos desvelamos, porque a veces, llegar a esos objetivos implica perder toda motivación vital. Yo por lo menos, me siento identificado con lo que dice Villoro: ¿alguna vez ustedes (el que lea este blog, digo) no se sintieron un poco vacios luego de lograr aquello por lo que tanto lucharon? Pienso que, sobre todo, esto pasa en el amor: siempre conviene tener amores imposibles que nunca se concreten, justamente, para que no pierdan esa halo de misterio y encanto.(Me viene a la cabeza una frase espectacular del Mono Burgos, cuando dijo que no le gustaría conocer personalmente a los Rolling Stones, porque se daría cuenta de que van al baño).
Esto viene a cuento porque estoy por terminar una carrera (digamos que ya la terminé, falta el paso formal que es defender una puta tesis)y no puedo negar que siento que me he sacado una gran mochila de encima. Como sospecho que ese trabajo final no será leído por nadie -a excepcion del jurado- se me ocurriò la idea de publicar algunos fragmentos en este blog, con la esperanza de que alguien se interesara por lo que hice. Pero no, pienso que no da, sería al pedo. Entonces, voy a postear sólo la primera hoja de la tesis, que es una página formal, en la que uno se pone mimoso y agradece a unas cuantas personas. Es la siguiente:

"El tema de este trabajo nació en una calurosa tarde santiagueña de noviembre, luego de una interesante sugerencia de quien es el director de esta tesina: Daniel Campi. Mi reconocimiento hacia él no sólo por aquella sugerencia, sino también porque hace ya unos años me pidió que lo ayudara en una ponencia de su autoría, cuando yo todavía no me sentía capacitado para iniciar ningún tipo de investigación.
Como en toda labor investigativa, los colaboradores -voluntarios e involuntarios- son varios, aún cuando alguno de ellos no lo sepa. Por lo tanto, comenzaré una pequeña lista –seguramente arbitraria e insuficiente- de quienes creo que hicieron posible esta tesina.
Al historiador Luis Alen Lascano, por su generosidad para atender y responder mis dudas. Al ex diputado justicialista Darío Moreno, por concederme una entrevista en la que me facilitó muchos datos sobre el reconocimiento institucional de Juan F. Ibarra durante el período juarista. A Judith Farberman, por los comentarios que hizo cuando presenté una ponencia relacionada con esta investigación. A Gustavo Carreras, por facilitarme material que se había tornado difícil de encontrar. A Facundo Nani, porque siempre me recordó que no pretendiera con una tesina resolver los dilemas que ni los grandes historiadores pudieron desentrañar. A Daniel Moyano, por las sugerencias y las advertencias. A mi padre, por su insistencia para que de una vez por todas terminara con esto y por ayudarme de la manera más útil posible. Y a Fernanda Martínez, por haberme soportado los meses en los que solamente pensaba en Ibarra y los historiadores santiagueños.

Este trabajo está dedicado a mi madre, porque siempre creyó en mí".

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No busques el aplauso antes de aplaudir. El aplaudidor

Omar dijo...

Hola chango, ojalá te vaya bien con la tesis, estaría bueno que escribas un libro sobre algún tema referido a la historia santiagueña, vos que tienes muchas ideas. Che, por otro lado, vos sabes que nunca leí a Castaneda, si me dijeron que para escribir le meto mucha mística y que por ahi me voy al carajo con el misterio y todo eso ja, no se que onda. Un abrazo

Anónimo dijo...

Castaneda hace del aplauso una forma de vida, es ahí donde aplaudir se vuelve indispensable. Ojala te sirva. El Aplaudidor