miércoles, 31 de diciembre de 2008

¡La broma del año!- Tomatis


Jajajaja. De qué otra forma podría empezar esta columnita. Riéndome. Si, cagándome de risa. No saben lo que fue cuando me encontré con la sorpresa: la risotada hizo que los dientes postizos me volaran a dos metros.
Como todos los domingos a la mañana, estaba en el bar, tomando un café cargado luego de una noche de mierda. Y en eso que estaba, agarré el diario. Ahí vino el hermoso chiste. Los viejos que estaban en las otras mesas también largaban carcajadas, y no era para menos.
Impresionante. Una edición dominical basada en un chistecito. Los felicito muchachos, eso es creatividad. Justamente el domingo, el día que más se compra el diario. Porque ya sabrán lo que dicen los sabiondos: que el domingo es el día que la gente lee más los diarios. Porque no labura y tiene más tiempo. Por eso es que vienen bien cargaditos, con suplementos hasta de cómo criar perros.
Y los magnánimos editores del decano, decidieron destinar una edición entera a un chiste. Cinco páginas le dieron: la tapa y cuatro adentro. Me imagino cómo habrán sido esas reuniones internas; todos devanándose el seso, tocándose los mentones, pensando en silencio. ¿Cómo elaborar una buena humorada en el día de los inocentes? Y los tipos pensaban y pensaban hasta que uno de ellos sugirió la gran idea. Aplausos. Descorche de champagnes. Abrazos. Juegos artificiales. “¡Grande viejo, eso sí es una buena idea!, te felicito”. Clima de fiesta en la redacción.
Después vinieron las horas intensas de preparación, la puesta a punto de los detalles. “No tiene que fallar nada” se decían unos a otros. “Si, pero ssshhh, no levantes la voz boludo, no vaya a ser que la cosa se filtre por ahí”, advertía un editor.
Pero faltaba la frutilla del postre. Dedicar el “gran suplemento cultural” al chiste. Ese suplemento que nació con tremenda pomposidad, que iba a ser el canal por el cual se transmitiría la vida artística santiagueña. Porque lamento decirles muchachos, que yo hace mucho que no leo periódicos de manera sistemática, pero cuando lo hago, les presto excesiva atención. Y para desgracia de ustedes, recuerdo bien aquel día que lanzaron el tabloide (¿Se acuerdan? Cuando dejaron de salir en formato sábana, hace un año), y uno de sus periodistas-estrella anunciaba que “el gran suplemento cultural” sería la columna vertebral de la edición dominical. Si, así lo decían.
Pregunta básica. ¿Qué espera cualquier lector de un suplemento de este tipo? Artículos bien escritos, firmas reconocidas, temas originales. Busca la reflexión, el pensamiento, el espíritu crítico. Cosas, que a esta altura de mi vida, ya no me interesan un carajo. Pero tengo que ser sincero: el que agarra una sección de cultura, busca eso. ¿Y ustedes qué le dieron? Un chiste. El último domingo del 2008, quemaron un suplemento cultural en una broma. Ningún evento artístico mereció estar ahí. Ningún libro, ningún pensador, ningún poeta, ningún músico. Tenían que poner una humorada.
¿Saben qué es lo que hicieron, muchachos? Lamento decirles: le hicieron una confesión brutal a sus lectores. Les dijeron, en pocas palabras: “Estimados lectores: no tenemos absolutamente nada para ofrecerles en este ultimo suplemento cultural del año, y por eso, va este chiste”. Porque no eligieron la sección de espectáculos, ni alguna página suelta por ahí. No, fue la tapa del diario y la tapa del “gran suplemento cultural”. Lo repito a propósito.
Pero paren. Qué boludo. Recién se me prende la lamparita. No hay caso, siempre demoro en darme cuenta de las cosas. ¿Será por eso que tantas mujeres me abandonaron? Olvídense de lo que dije antes. Ya sé por qué mis amigos de nuestro diario –uno de los más antiguos del país- hicieron la cargada del domingo. Claro… no haberlo pensado antes. No es que hayan hecho una confesión brutal. No, nada que ver. Todo forma parte de una estrategia muy bien diseñada. Es, en realidad, el primer paso que dieron (certero, eficaz, heroico) para convertir al “gran suplemento cultural” en una simple paginita de humor.
¡Felicidades para todos, La Reina del Pop incluida!

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Momentos de lectura II- Esteban b.


A cielosmágicos, que una vez me pidió "recomendaciones"

Como verán, estoy medio arltiano últimamente. En este último mes leí la excelente biografía de Arlt de Sylvia Saitta, además de algunas "Aguafuertes porteñas" (las saqué prestada de una biblioteca). A la que aparece en la imagen debí haber sumado las "Aguafuertes madrileñas" (las compré en la librería Dimensión), que el autor escribió en su paso por España en 1936 y que ,claramente, presagian la guerra civil que se venía encima. Es interesante constatar cómo Arlt se enamoró de Madrid. Quedó embelesado con la ciudad.
Despues está el libro de Schmidt que ya lo comenté en un post anterior. A Schmidt medio no me lo bancaba al principio; empezaba a leer sus notas y las largaba en el cuarto párrafo, hasta que un día...la cosa cambió.
Luego está Carlos Fuentes. Siempre está bueno volver a este autor. Es un erudito que se mueve como pez en el agua en cualquier género. "Los 68" es un libro menor en relación con el resto de la obra de Fuentes, pero el tema es atractivo: revivir esa época de las rebeliones juveniles que se propagaron por todo el mundo en ese año clave que fue 1968.
Y Robetro Bolaño, que ya lo nombré en otras ocasiones, me sigue acompañando. "Nocturno de Chile" es una novela que trata sobre los recuerdos de un cura del Opus Dei en una noche de fiebre. En esa madrugada repasa su vida, rememora su vinculación con un gran crítico literario chileno y recuerda su participación en una tertulia de escritores que se reunían en la casa de una mujer, casa en la cual se torturaba a presos políticos durante el régimen de Pinochet.
Por último, está Canal Feijoo que, como sabrán, es un autor santiagueño. A Canal lo había escuchado nombrar muchas veces en boca de intelectuales locales. Y hace poco tiempo, con motivo de un trabajo que hice, lo empecé a leer. "Constitución y Revolución" es una exquisita biografía de Juan Bautista Alberdi. En realidad son dos tomos (en la imagen aparece el segundo tomo)y los conseguí en una librería de usados de Tucumán, a sólo 16 pesos. Un regalo. Canal fue un grosso de verdad, muy respetado por sus contemporáneos y con una obra tan pero tan prolífica que resulta medio dificil emprender una lectura sistemática de sus libros.
En fin, libros de fin de año. Ahora me esperan Bernardo Jobson y Mario Levrero. Felicidades.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Sylvester en Santiago-Esteban b.


Santiago Sylvester nació en Salta en 1942. Se recibió de abogado en Buenos Aires y allí ejerció su profesión. En 1977 –por cuestiones políticas- debió exiliarse en Madrid. Aunque la dictadura llegó a su fin en 1983, Sylvester prolongaría su estadía en España hasta 1995. Pero hasta aquí no se dijo cuál fue y cuál es la gran pasión de su vida, o por lo menos, una de sus grandes pasiones: la literatura, y en especial, la poesía.
Publicó más de una docena de libros y en 2003 –gracias a su profundo conocimiento de la literatura regional y al apoyo que recibió del Fondo Nacional de las Artes- realizó la primera antología de poetas del NOA. Y hace unos meses, publicó Poesía joven del Noroeste Argentino, volumen que incluye a autores nacidos entre 1967 y 1988, provenientes de cinco provincias (Catamarca, Jujuy, Salta, Tucumán y Santiago del Estero). Los santiagueños incluidos son Juan Leguizamón y Francisco Avendaño.
Le hice una nota a Sylvester cuando estuvo por aquí. Y le pregunté acerca de la complejidad de la poesía actual. Es que me pasa como lector, que ciertos autores se me hacen ilegibles. Me siento un boludo cuando me pasa, pero no, no soy boludo, sólo soy ignorante.

¿Se puede decir que hay mucha experimentación en la poesía contemporánea y que tiene tal grado de complejidad que dificulta la lectura?
Sylvester: Ése es el destino terrible de la poesía. La poesía, desde la Edad Media hasta el modernismo, se mantuvo más o menos con el mismo formato. A partir de ahí la cosa empieza a complicarse rápidamente. Primero, viene Rubén Darío, que estaba tan incómodo con la poesía formal, que utiliza treinta y pico de estrofas y más de sesenta tipos de verso. Y bueno, él prepara la llegada de lo que es la vanguardia. Y ya a partir de ahí, con el verso libre y la temática libre (porque también habían temas más o menos fijos) se complican las cosas. Por lo tanto, esa enorme libertad pide acompañamiento del lector. Pero este no es un problema sólo de la poesía: le pasa a la pintura y a la música. Claro, una persona que se acerque a la poesía desconociendo todo lo que ha pasado, se va a quedar fuera.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Historia del desencanto- Esteban b.


Mucho se ha hablado desde los noventa en adelante de la apatía de la juventud frente a la política, de la desilusión y del desencanto que sufrió esta franja de la población tras la caída de las alternativas revolucionarias y la constatación –falsa por cierto- de que cualquier posibilidad de cambio había quedado clausurada. En Argentina, se comparó bastante la actitud política de la generación de los jóvenes de los setenta (desafiante, revolucionaria, utópica) con la de los noventa (pasiva y sin conciencia histórica). No podemos negar que este relato tuvo su contrapartida en la realidad y hasta el día de hoy, resulta ilustrativo sondear los intereses de la juventud para darse con que un gran porcentaje de ellos -de nosotros podríamos decir- no interviene en la cosa pública.
Para una genealogía de esta frustración nada mejor que un libro que se publicó hace pocas semanas: The Palermo Manifiesto. Su autor es Esteban Schmidt, quien según revela la solapa “integró la primera camada de dirigentes políticos juveniles (de la UCR) forjada entre la salida del régimen militar y los inicios del actual periodo”. Además, Schmidt escribe habitualmente para la revista Rolling Stones y para el siempre interesante sitio web, Los Trabajos Prácticos.
Schmidt, o mejor dicho su alter ego que se hace llamar “Estebitan”, parlamenta desde la bronca y el resentimiento. El texto simula ser un discurso de Estebitan en una esquina del barrio de Palermo frente a un grupo de ex militantes con la misma sensación de fracaso que él. Ellos, la “ultra-minoría”, la retaguardia, los doscientos tipos que se habían propuesto “salvar la patria” quedaron irremediablemente relegados, pues “los que controlaban los presupuestos nos empujaron a la banquina para optar por la nube de alcahuetes que los merodeaban y que hicieron la vista gorda, tanto, tanto, que alcanzaron la inmortalidad burocrática, estatal y demócrata e hicieron durante veinticinco años todo mal, todo por la mitad, o todo entero pero despacio y tarde”. El cuarto de siglo democrático que hace poco conmemoramos los argentinos estuvo manejado para Estebitan, por esa “runfla” de inoperantes que nos llevaron a donde estamos hoy. Esos mismos fueron los que no permitieron actuar jamás a aquellos que deseaban contribuir dignamente a encarrilar los destinos del país, porque “cuando la democracia se atornilló como manera de ver las cosas, nosotros quisimos, como nunca quisimos nada más, que nos fuera bien a todos”.
Pero ya es demasiado tarde, ya la “ultra” aceptó su derrota: “somos veteranos de una guerra perdida”, por lo tanto “ni una reunión más en nuestras vidas” expresa con resignación Estebitan. El 2001 constituyó un último e ingenuo intento de intervención política, pero el fracaso nuevamente se enseñoreó de estos doscientos tipos que anhelaban salvar la patria.
¿Qué queda entonces si ya se han cerrado todos los caminos para actuar? Zafar, salvarse como sea, aceptar el individualismo antes repudiado, aunque vale aclarar que “Dios sabe que si algo valiera la pena en serio, no estaríamos tan dedicados a nosotros mismos”. Es que Estebitan ha descubierto otra forma de la pobreza, que es cuando “una persona se vuelve socialmente inútil”.
Pero The Palermo Manifiesto no se queda sólo en los escupitajos de resentimiento. También el libro resulta ser una radiografía de la clase política y de los que se sirven de ella para subsistir; por momentos, los personajes tienen nombre y apellido; uno de ellos es “Manteca” Di Napoli (nombre ficticio por supuesto), asesor de campaña en 2007 de Daniel Filmus para la jefatura de la ciudad de Buenos Aires, uno de esos consultores que “informan sobre el deterioro de la patria pero nunca mencionan su propia responsabilidad en la materia”.
Si hoy cayera una bomba atómica sobre la Argentina que matara a todos los habitantes, y un historiador del futuro quisiera reconstruir los veinticinco años de vida democrática de ese país hecho cenizas, tal vez le sería útil encontrar un ejemplar de The Palermo Manifiesto. Encontraría allí, un libro difícil de leer, por su gran cuota de actualidad, ironía y cinismo. Seguramente, no entendería muchas cosas, porque para entenderlas debería conocer el desengaño de una generación. Porque, a fin de cuentas, para saber de qué hablaba Schmidt, este historiador debería comprender la frase de Estebitan cuando dice: “Y nos condenamos a los bares, a sobrevivir exiliados de lo que nos importa”.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Mujeres- Esteban b.


Ahora bien: para conocer el mecanismo psicológico de la mujer, hay que tratar a muchas, y no elegir precisamente a las ingenuas para enamorarse, sino a las "vivas", las astutas y las desvergonzadas, porque ellas son fuente de enseñanzas maravillosas para un hombre sin experiencia, y le enseñan (involuntariamente, por supuesto) los mil resortes y engranajes de que "puede" componerse el alma femenina (Conste que digo "de que puede componerse", no de que se compone).
Fragmento de "Causa y sinrazón de los celos" (Aguafuerte porteña) de Roberto Arlt.

lunes, 1 de diciembre de 2008

La conveniencia de cumplir ciertos objetivos y de poestergar otros- Esteban b.


Hace unos meses leí una columna de Juan Villoro (escritor mexicano) sobre la necesidad de cumplir con algunas metas que uno se propuso en la vida (por ejemplo, terminar una carrera)y la necesidad de no alcanzar otros objetivos por los que nos desvelamos, porque a veces, llegar a esos objetivos implica perder toda motivación vital. Yo por lo menos, me siento identificado con lo que dice Villoro: ¿alguna vez ustedes (el que lea este blog, digo) no se sintieron un poco vacios luego de lograr aquello por lo que tanto lucharon? Pienso que, sobre todo, esto pasa en el amor: siempre conviene tener amores imposibles que nunca se concreten, justamente, para que no pierdan esa halo de misterio y encanto.(Me viene a la cabeza una frase espectacular del Mono Burgos, cuando dijo que no le gustaría conocer personalmente a los Rolling Stones, porque se daría cuenta de que van al baño).
Esto viene a cuento porque estoy por terminar una carrera (digamos que ya la terminé, falta el paso formal que es defender una puta tesis)y no puedo negar que siento que me he sacado una gran mochila de encima. Como sospecho que ese trabajo final no será leído por nadie -a excepcion del jurado- se me ocurriò la idea de publicar algunos fragmentos en este blog, con la esperanza de que alguien se interesara por lo que hice. Pero no, pienso que no da, sería al pedo. Entonces, voy a postear sólo la primera hoja de la tesis, que es una página formal, en la que uno se pone mimoso y agradece a unas cuantas personas. Es la siguiente:

"El tema de este trabajo nació en una calurosa tarde santiagueña de noviembre, luego de una interesante sugerencia de quien es el director de esta tesina: Daniel Campi. Mi reconocimiento hacia él no sólo por aquella sugerencia, sino también porque hace ya unos años me pidió que lo ayudara en una ponencia de su autoría, cuando yo todavía no me sentía capacitado para iniciar ningún tipo de investigación.
Como en toda labor investigativa, los colaboradores -voluntarios e involuntarios- son varios, aún cuando alguno de ellos no lo sepa. Por lo tanto, comenzaré una pequeña lista –seguramente arbitraria e insuficiente- de quienes creo que hicieron posible esta tesina.
Al historiador Luis Alen Lascano, por su generosidad para atender y responder mis dudas. Al ex diputado justicialista Darío Moreno, por concederme una entrevista en la que me facilitó muchos datos sobre el reconocimiento institucional de Juan F. Ibarra durante el período juarista. A Judith Farberman, por los comentarios que hizo cuando presenté una ponencia relacionada con esta investigación. A Gustavo Carreras, por facilitarme material que se había tornado difícil de encontrar. A Facundo Nani, porque siempre me recordó que no pretendiera con una tesina resolver los dilemas que ni los grandes historiadores pudieron desentrañar. A Daniel Moyano, por las sugerencias y las advertencias. A mi padre, por su insistencia para que de una vez por todas terminara con esto y por ayudarme de la manera más útil posible. Y a Fernanda Martínez, por haberme soportado los meses en los que solamente pensaba en Ibarra y los historiadores santiagueños.

Este trabajo está dedicado a mi madre, porque siempre creyó en mí".