lunes, 29 de septiembre de 2008

Kaufman y la masividad cultural- Esteban b.


A polycarpo

Alejandro Kaufman es un ensayista argentino que se ha especializado en Teoría crítica de la cultura. Es integrante del comité de dirección de la Revista Pensamiento de los Confines dirigida por Nicolás Casullo, revista en la cual,ha publicado sugestivos escritos sobre diversas temáticas.
El año pasado estuvo en Santiago para dar una charla sobre Television, libros y cultura en el ya desaparecido bar Los cabezones. Recuerdo que una hora antes de su presentación me concedió un largo reportaje, al final del cual se quejó: "¡Me hiciste hablar mucho!"
Relyendo la entrevista, me doy cuenta que hay entrevistas que envejecen y otras que son intemporales. Hay fragmentos de ésta que han envejecido demasiado. Por ejemplo, en una parte hablamos extenso del fenómeno Gran Hermano y de la campaña electoral de Macri en la ciudad de Bs As. Ambos temas han perecido. Sin embargo, encuentro algunos reflexiones que aún hoy podrían servir para pensar en el presente.
Ahí van.

En cuanto a los medios gráficos de difusión cultural, ¿qué le parece la revista Ñ?
Kaufman: Yo creo que suplementos como Ñ, son artefactos que una gran corporación mediática produce para ocupar un espacio. El objetivo que tienen no es que el público acceda a los contenidos sino que los consuma de manera emblemática. En Ñ se habla mucho de objetos culturales, por ejemplo de libros, y se habla de una manera que no tiene correlación con el modo en que el lector de ese suplemento luego se va a relacionar con ese libro. Entonces, lo que hace el lector es consumir el signo del libro, no el libro en sí. La Ñ tiene esa característica, y a mi me parece que en ese sentido realiza una operación de distanciamiento con respecto del libro, en lugar de aproximación. Es una falsa aproximación que produce la ilusión en el lector de Ñ de que está relacionándose con la cultura.
Aquí lo que se produciría es una tensión entre la calidad cultural y la cantidad de lectores a los que se quiere llegar.
Kaufman: Es que yo creo que la masividad es poco compatible con la calidad cultural. La calidad cultural comienza cuando se deja de pensar en el destinatario como un número. La historia de la cultura está plagada de situaciones en las que esa despreocupación por el número, paradójicamente, produjo una gran repercusión. Me parece que la preocupación por la masividad es exclusiva de los grandes capitales que maximizan las ganancias, y eso no tiene nada que ver con la cultura. Esto tampoco significa que la cultura esté fatalmente destinada al pequeño número. Lo que define una práctica cultural es su cualidad, no guiada a la incitación mercantil sino a otra clase de valores. E insisto, eso no tiene relación con el número.

sábado, 20 de septiembre de 2008

Retrato del empleado público- Tomatis


No me gusta ir a ninguna repartición pública. Detesto todo lo que tenga tufillo a burocracia. Odio las colas y las interminables esperas. Cuando veo las imágenes durante las vacaciones de enero, de esa cantidad de autos haciendo fila en la ruta a Mar del Plata, me dan nauseas. Esas no son vacaciones, son en realidad, sesiones de tortura mental. Y cada vez que me despierto sabiendo que debo ir obligadamente a algún ente público, mi humor se vuelve pésimo, más de lo habitual, y con eso ya les estoy diciendo todo. Voy, sabiendo que me encontraré con una variada fauna ineficiente, que disfruta de hacer esperar a la gente decente. ¡Me salió con versito incluido!
La semana pasada tuve que ir. No me quedaba otra. Esa mañana, ni siquiera pude sentarme un rato en el bar, porque me pasé la jornada entera esperando, no se exactamente qué, pero esperando….
A mi me sorprende la capacidad que tienen estas personas, para convertir cualquier trámite pelotudo, en algo demasiado largo y lleno de obstáculos. De verdad, me deja estupefacto. Porque hay cosas que se pueden resolver en menos de 5 minutos, pero ellos, con una habilidad sorprendente, hacen que esos 5 minutos se conviertan en 50 (en el mejor de los casos), casi por arte de magia. ¡Los felicito muchachos, no cualquiera pueda hacer esto… no cualquiera!
Los tipos no pueden concebir que exista algo que se pueda realizar de manera ágil porque su esquema mental no se los permite. Pareciera que antes de entrar allí, hubieran hecho cursos intensivos para complicar hasta el más insignificante asunto.
Siempre me llamó la atención también, la forma de medir el tiempo de muchos empleados públicos. Ellos tienen una particular concepción del paso de las horas. No se llevan del reloj. No, nada que ver. El tiempo de ellos está medido por los mates y los cafecitos. Así como la historia de la humanidad se divide en antes y después de Cristo, la mañana de ellos se divide en antes y después de los mates y los cafés. Tienen en claro por ejemplo, que llegado el mate número decimonoveno, ya está cerca la hora de levantar el culo e irse.
Aparte, no sé si habrán dado cuenta, a ustedes, los lectores les digo, que hay casos de personas que antes de entrar a “trabajar” en algún edificio publico, eran rápidas y eficientes. Hacían su laburo con denuedo y dedicación. Pero en cuanto pisaron el suelo de Rentas, Tribunales o Suelo Urbano, rápidamente la energía se les fue a la mierda. Se transformaron en hombres detestables, soberbios y lerdos.
Hasta he conocido minas que eran hermosas, que estaban siempre arregladas y con pelo bien teñido, pero que ni bien entraron a uno de esos lugares, engordaron, se volvieron fumadoras y pasaron a tener una cara de tuje que ni les cuento.
Habría que publicar un libro de fotografías que se llame “Antología de las caras de culo de los empleados públicos”. Debería hacerse una selección de cien fotos para venderlas en los kioscos. Les aviso que sería extremadamente reñida la elección, porque los caraculicos son los que abundan en las reparticiones.
Por último, quiero decir a los asalariados del estado, que no es que yo tenga mala onda y sea sólo un estúpido protestón. No lo tomen así. Sólo les pido que aflojen con el “alpedismo”, que según mi diccionario, se define como la costumbre de estar al pedo. Háganme caso muchachos/as, no se abusen. Hasta la próxima.

martes, 16 de septiembre de 2008

Momentos de lectura-Esteban b


Cuentan que en la vida del lector, llega un momento en que casi todo se torna previsible; ya no aparecen de forma frecuente esos libros que pareciera nos cambian la vida. No creo aún haber llegado a ese punto. El sólo hecho de pensar en mis “lagunas” literarias me autoriza a creer que todavía falta mucho para que mi capacidad de sorpresa se agote. Basta aclarar que no leí el Ulises de Joyce, ni El hombre sin atributos de Musil. Tampoco leí nada de Faulkner. Eso si hablamos de literatura occidental del siglo XX. Y si hablamos de literatura argentina no leí Amalia de José Mármol, ni Adán Buenos Ayres de Marechal ni Rosaura a las diez de Denevi, por nombrar sólo algunos.
Pero si tengo que recordar momentos de lectura grata en los últimos meses aparecen los libros que están allá arriba. Por supuesto está Juan José Saer con Lo imborrable, pero en realidad podría estar cualquiera de sus novelas: Glosa, Las nubes, La vuelta completa, etc. Siempre digo que si se me diera por poner un cuadro en mi escritorio, pondría un retrato de Saer. Después está Orientalismo de Edward Said, un intelectual palestino que se exilió en Estados Unidos y se murió en 2002, creo. Publicó este libro en 1979 y es un estudio magistral sobre los prejuicios y la ignorancia de los occidentales en relación con Oriente. Luego sigue la clásica biografía de Perón de Joseph Page, un mamotreto de 600 páginas, pero que vale la pena leerlo, en especial aquellos que al igual que Halperín Donghi, ya se resignaron a la idea de que la Argentina es peronista. Luego está Golden Boys, una crónica sobre los argentinos que trabajan como traders en Wall Street. A partir de este libro, lo sigo a muerte a Hernán Iglesias Illa, si no me creen, lean el post anterior. Y bueno, qué puedo decir de Primo Levi…Pienso que cualquiera que quiera empezar a entender los horrores del siglo XX no puede (repito, no puede) dejar de leer Si esto es un hombre. Es un relato tremendo de un sobreviviente de Auschwitz, escrito a los pocos meses de haber sido liberado.
Y por último, Bolaño. Es verdad que el chileno se puso de moda luego de que se murió, es más, yo leí Los detectives…hace poco tiempo, quizá siguiendo la moda post-mortem. Pero la cuestión es que disfruté tanto de la lectura, que me quedé como desesperado por devorar otra de sus novelas. El problema es que en Santiago no se consigue nada de Bolaño. Y en Tucumán tampoco. Es como si hubiera tenido la mejor noche de sexo de mi vida y después de eso, nada, la mina se fue, no volvió y no me atendió más el cel. Por suerte en estos días estoy yendo a Buenos Aires, y más que entusiasmarme por ir a participar de un concurso que me podría-en el mejor de los casos- llevar a EEUU, estoy ansioso porque es probable que allá encuentre otra novela de Bolaño.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Algo me hace ruido-Esteban b.


Algo me hace ruido cuando intento analizar lo que pasa en EEUU con las futuras elecciones. No estoy de acuerdo con aquellos que hablan de George Bush y de la mayorìa de los norteamericanos que los apoyan como si sólo fueran unos estúpìdos imperialistas. No estoy de acuerdo cuando nos ponemos en papel de portadores de sentido común y nos admiramos porque escapa a nuestra comprensión el auge del conservadurismo en la máxima potencia mundial. Me hace ruido que en encuestas que se hacen en el resto del mundo, Obama gana por afano, pero en EEUU, que es justamente donde se tiene que votar, los números están bastante reñidos.
Como el sentido común progresista me hace ruido, me encantó la nota de Hernán Iglesias Illa en la siempre interesante página de Los Trabajos Prácticos. Leánla, no los voy a defraudar.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

La importancia de llamarse Felipe-Esteban b.


Solá estuvo de paso por Santiago. Le hice una entrevista para un medio local. En los reportajes uno se encuentra con muchísimos personajes. La verdad es que las entrevistas son una manera estupenda de conocer la diversidad humana. Están los hediondos, los parcos, los cordiales, los piolas, los pelotudos.
Solá me cayó bien. En realidad, ya lo venìa escuchando desde los meses hartantes del largo round entre campo y Gobierno. Cada vez que aparecía en un programa me detenìa a escucharlo, y siempre decía cosas interesantes, lo cual no es una virtud menor.
Me quedó la sensación de que Solá es un tipo ideal para tomar un café o para comer un asado. No es que me haya entusiasmado tanto el tipo como para pensar que en el futuro podría ser una buena alternativa electoral para la Argentina; pero confieso que a partir de ahora voy a estar más atento a cada uno de sus pasos en el resbaladizo terreno de la política vernácula.
Para terminar, dejo el último fragmento de la nota, que termina con una ironía del entrevistado:
¿Cómo se ubica hoy políticamente? Porque no se puede decir que sea un oficialista, pero tampoco le cabe el calificativo de opositor
Solá: Yo tengo una actitud de independencia crítica; soy peronista pero con independencia. Me veo cómodo en la medida en que pueda polemizar y aportar. Está superada una etapa de una verticalidad fuerte, que representaba Kirchner, en el que cualquier tipo de actitud diferente era-o en algunos casos es aún- tomada como una objeción a la conducción de Kirchner. Hoy tengo una posición de alejamiento del gobierno que yo no busqué. Me hubiera gustado que no ocurriera, pero la acepto como tal.
Claro, pero lo que se percibe es que usted camina por una línea muy fina…
Sola: Yo siempre fui fino (risas).

miércoles, 3 de septiembre de 2008

De cirujías, extensiones y el paso del tiempo- Tomatis


Estaba con mi amigo el turco en el bar de la plaza y después de estar callado un buen rato me dice: “qué lo parió Tomatis, por qué no habré sido cirujano. Me iba a llenar de guita. A todas las minas se les dio por ponerse culos y tetas postizas”. El turco habla cagadas muchas veces pero esta vez le pegó con el diagnóstico. Aunque se olvidó de decir que también está de moda -esto ya entre las más veteranas- copiarle a la esposa de K y a su famoso botox. No sé que mierda será eso, pero lo concreto es que les deja los cachetes bien inflados. A lo que debemos sumar el negocio del pelo. Una pasa por las peluquerías en las que se exhiben carteles que avisan cuanto pagan el kilo de pelo. Yo no entendía por qué los peluqueros se desesperaban tanto por comprar mechas ajenas y había sido porque también están de moda las “extensiones”. Mi hija me explicó todo esto porque su querida madre - es decir, mi ultima ex mujer- hace rato que se practicó esas pavadas y obviamente, el pelotudo de su nuevo marido es quien pagó el service completo.
Entonces, uno ya no puede confiar cada vez que ve una mina linda en la peatonal Tucunán, porque de adolescentes y jovencitas se ponen culos y tetas, y de grandes se meten botox, extensiones y alguna que otra cirugía. Es decir, que usted señor, que mira trastes mientras toma un café, en su mayoría está viendo en realidad, plásticos acomodados que simulan ser culos.
Pero les quiero decir algo al gremio de las damas, que hacen estas cosas para embellecerse y detener el inexorable paso del tiempo. Lo cierto es que la vejez llega igual, no hay vuelta. Y les advierto que llega de la peor manera a quienes durante la juventud fueron agraciadas por la belleza.
Se lo digo a todas las chicas lindas que hoy salen a la calle y son chamuyadas por cuanto tipo se les cruce: Disfruten ahora, graben los piropos que les susurran cada dos por tres; salgan de remeritas ajustadas de manera que el busto (propio o postizo) se les marque bien y a los muchachos se les choree la baba. ¿Saben por qué se los recomiendo? Porque las que de jovencitas son hermosas, de viejas se convierten en tremendos bagayos, por más cirugía que se hagan. Lo digo con conocimiento de causa.
Yo, actualmente, encuentro a minas con las que terminé el secundario hace más de 30 años y en aquel entonces eran unas muñequitas preciosas. Me acuerdo que mis compañeros y yo andábamos alzados por estas turritas. Y claro, a nosotros que éramos morochos y pobres, ni pelota nos daban. Pero vayan a verlas ahora!!! Están hecho un desastre, con el traste caído, la panza protuberante y la cara llena de arrugas.
Pareciera que Dios cobra un precio muy alto por la belleza juvenil. Es como si a los lindos les dijera: “Yo te doy la hermosura en los años tempranos, pero después agarrate…”. Porque fijensé ustedes – al lector se lo digo- que los que son fieros de adolescentes, de grandes mejoran un poco, o por lo menos, quedan igual.
Así que tengan cuidado chicas con tanto manoseo de botox y esas pavadas. Sólo rueguen que el paso del tiempo no sea tan cruel con ustedes. Hasta la próxima.