miércoles, 31 de diciembre de 2008

¡La broma del año!- Tomatis


Jajajaja. De qué otra forma podría empezar esta columnita. Riéndome. Si, cagándome de risa. No saben lo que fue cuando me encontré con la sorpresa: la risotada hizo que los dientes postizos me volaran a dos metros.
Como todos los domingos a la mañana, estaba en el bar, tomando un café cargado luego de una noche de mierda. Y en eso que estaba, agarré el diario. Ahí vino el hermoso chiste. Los viejos que estaban en las otras mesas también largaban carcajadas, y no era para menos.
Impresionante. Una edición dominical basada en un chistecito. Los felicito muchachos, eso es creatividad. Justamente el domingo, el día que más se compra el diario. Porque ya sabrán lo que dicen los sabiondos: que el domingo es el día que la gente lee más los diarios. Porque no labura y tiene más tiempo. Por eso es que vienen bien cargaditos, con suplementos hasta de cómo criar perros.
Y los magnánimos editores del decano, decidieron destinar una edición entera a un chiste. Cinco páginas le dieron: la tapa y cuatro adentro. Me imagino cómo habrán sido esas reuniones internas; todos devanándose el seso, tocándose los mentones, pensando en silencio. ¿Cómo elaborar una buena humorada en el día de los inocentes? Y los tipos pensaban y pensaban hasta que uno de ellos sugirió la gran idea. Aplausos. Descorche de champagnes. Abrazos. Juegos artificiales. “¡Grande viejo, eso sí es una buena idea!, te felicito”. Clima de fiesta en la redacción.
Después vinieron las horas intensas de preparación, la puesta a punto de los detalles. “No tiene que fallar nada” se decían unos a otros. “Si, pero ssshhh, no levantes la voz boludo, no vaya a ser que la cosa se filtre por ahí”, advertía un editor.
Pero faltaba la frutilla del postre. Dedicar el “gran suplemento cultural” al chiste. Ese suplemento que nació con tremenda pomposidad, que iba a ser el canal por el cual se transmitiría la vida artística santiagueña. Porque lamento decirles muchachos, que yo hace mucho que no leo periódicos de manera sistemática, pero cuando lo hago, les presto excesiva atención. Y para desgracia de ustedes, recuerdo bien aquel día que lanzaron el tabloide (¿Se acuerdan? Cuando dejaron de salir en formato sábana, hace un año), y uno de sus periodistas-estrella anunciaba que “el gran suplemento cultural” sería la columna vertebral de la edición dominical. Si, así lo decían.
Pregunta básica. ¿Qué espera cualquier lector de un suplemento de este tipo? Artículos bien escritos, firmas reconocidas, temas originales. Busca la reflexión, el pensamiento, el espíritu crítico. Cosas, que a esta altura de mi vida, ya no me interesan un carajo. Pero tengo que ser sincero: el que agarra una sección de cultura, busca eso. ¿Y ustedes qué le dieron? Un chiste. El último domingo del 2008, quemaron un suplemento cultural en una broma. Ningún evento artístico mereció estar ahí. Ningún libro, ningún pensador, ningún poeta, ningún músico. Tenían que poner una humorada.
¿Saben qué es lo que hicieron, muchachos? Lamento decirles: le hicieron una confesión brutal a sus lectores. Les dijeron, en pocas palabras: “Estimados lectores: no tenemos absolutamente nada para ofrecerles en este ultimo suplemento cultural del año, y por eso, va este chiste”. Porque no eligieron la sección de espectáculos, ni alguna página suelta por ahí. No, fue la tapa del diario y la tapa del “gran suplemento cultural”. Lo repito a propósito.
Pero paren. Qué boludo. Recién se me prende la lamparita. No hay caso, siempre demoro en darme cuenta de las cosas. ¿Será por eso que tantas mujeres me abandonaron? Olvídense de lo que dije antes. Ya sé por qué mis amigos de nuestro diario –uno de los más antiguos del país- hicieron la cargada del domingo. Claro… no haberlo pensado antes. No es que hayan hecho una confesión brutal. No, nada que ver. Todo forma parte de una estrategia muy bien diseñada. Es, en realidad, el primer paso que dieron (certero, eficaz, heroico) para convertir al “gran suplemento cultural” en una simple paginita de humor.
¡Felicidades para todos, La Reina del Pop incluida!

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Momentos de lectura II- Esteban b.


A cielosmágicos, que una vez me pidió "recomendaciones"

Como verán, estoy medio arltiano últimamente. En este último mes leí la excelente biografía de Arlt de Sylvia Saitta, además de algunas "Aguafuertes porteñas" (las saqué prestada de una biblioteca). A la que aparece en la imagen debí haber sumado las "Aguafuertes madrileñas" (las compré en la librería Dimensión), que el autor escribió en su paso por España en 1936 y que ,claramente, presagian la guerra civil que se venía encima. Es interesante constatar cómo Arlt se enamoró de Madrid. Quedó embelesado con la ciudad.
Despues está el libro de Schmidt que ya lo comenté en un post anterior. A Schmidt medio no me lo bancaba al principio; empezaba a leer sus notas y las largaba en el cuarto párrafo, hasta que un día...la cosa cambió.
Luego está Carlos Fuentes. Siempre está bueno volver a este autor. Es un erudito que se mueve como pez en el agua en cualquier género. "Los 68" es un libro menor en relación con el resto de la obra de Fuentes, pero el tema es atractivo: revivir esa época de las rebeliones juveniles que se propagaron por todo el mundo en ese año clave que fue 1968.
Y Robetro Bolaño, que ya lo nombré en otras ocasiones, me sigue acompañando. "Nocturno de Chile" es una novela que trata sobre los recuerdos de un cura del Opus Dei en una noche de fiebre. En esa madrugada repasa su vida, rememora su vinculación con un gran crítico literario chileno y recuerda su participación en una tertulia de escritores que se reunían en la casa de una mujer, casa en la cual se torturaba a presos políticos durante el régimen de Pinochet.
Por último, está Canal Feijoo que, como sabrán, es un autor santiagueño. A Canal lo había escuchado nombrar muchas veces en boca de intelectuales locales. Y hace poco tiempo, con motivo de un trabajo que hice, lo empecé a leer. "Constitución y Revolución" es una exquisita biografía de Juan Bautista Alberdi. En realidad son dos tomos (en la imagen aparece el segundo tomo)y los conseguí en una librería de usados de Tucumán, a sólo 16 pesos. Un regalo. Canal fue un grosso de verdad, muy respetado por sus contemporáneos y con una obra tan pero tan prolífica que resulta medio dificil emprender una lectura sistemática de sus libros.
En fin, libros de fin de año. Ahora me esperan Bernardo Jobson y Mario Levrero. Felicidades.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Sylvester en Santiago-Esteban b.


Santiago Sylvester nació en Salta en 1942. Se recibió de abogado en Buenos Aires y allí ejerció su profesión. En 1977 –por cuestiones políticas- debió exiliarse en Madrid. Aunque la dictadura llegó a su fin en 1983, Sylvester prolongaría su estadía en España hasta 1995. Pero hasta aquí no se dijo cuál fue y cuál es la gran pasión de su vida, o por lo menos, una de sus grandes pasiones: la literatura, y en especial, la poesía.
Publicó más de una docena de libros y en 2003 –gracias a su profundo conocimiento de la literatura regional y al apoyo que recibió del Fondo Nacional de las Artes- realizó la primera antología de poetas del NOA. Y hace unos meses, publicó Poesía joven del Noroeste Argentino, volumen que incluye a autores nacidos entre 1967 y 1988, provenientes de cinco provincias (Catamarca, Jujuy, Salta, Tucumán y Santiago del Estero). Los santiagueños incluidos son Juan Leguizamón y Francisco Avendaño.
Le hice una nota a Sylvester cuando estuvo por aquí. Y le pregunté acerca de la complejidad de la poesía actual. Es que me pasa como lector, que ciertos autores se me hacen ilegibles. Me siento un boludo cuando me pasa, pero no, no soy boludo, sólo soy ignorante.

¿Se puede decir que hay mucha experimentación en la poesía contemporánea y que tiene tal grado de complejidad que dificulta la lectura?
Sylvester: Ése es el destino terrible de la poesía. La poesía, desde la Edad Media hasta el modernismo, se mantuvo más o menos con el mismo formato. A partir de ahí la cosa empieza a complicarse rápidamente. Primero, viene Rubén Darío, que estaba tan incómodo con la poesía formal, que utiliza treinta y pico de estrofas y más de sesenta tipos de verso. Y bueno, él prepara la llegada de lo que es la vanguardia. Y ya a partir de ahí, con el verso libre y la temática libre (porque también habían temas más o menos fijos) se complican las cosas. Por lo tanto, esa enorme libertad pide acompañamiento del lector. Pero este no es un problema sólo de la poesía: le pasa a la pintura y a la música. Claro, una persona que se acerque a la poesía desconociendo todo lo que ha pasado, se va a quedar fuera.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Historia del desencanto- Esteban b.


Mucho se ha hablado desde los noventa en adelante de la apatía de la juventud frente a la política, de la desilusión y del desencanto que sufrió esta franja de la población tras la caída de las alternativas revolucionarias y la constatación –falsa por cierto- de que cualquier posibilidad de cambio había quedado clausurada. En Argentina, se comparó bastante la actitud política de la generación de los jóvenes de los setenta (desafiante, revolucionaria, utópica) con la de los noventa (pasiva y sin conciencia histórica). No podemos negar que este relato tuvo su contrapartida en la realidad y hasta el día de hoy, resulta ilustrativo sondear los intereses de la juventud para darse con que un gran porcentaje de ellos -de nosotros podríamos decir- no interviene en la cosa pública.
Para una genealogía de esta frustración nada mejor que un libro que se publicó hace pocas semanas: The Palermo Manifiesto. Su autor es Esteban Schmidt, quien según revela la solapa “integró la primera camada de dirigentes políticos juveniles (de la UCR) forjada entre la salida del régimen militar y los inicios del actual periodo”. Además, Schmidt escribe habitualmente para la revista Rolling Stones y para el siempre interesante sitio web, Los Trabajos Prácticos.
Schmidt, o mejor dicho su alter ego que se hace llamar “Estebitan”, parlamenta desde la bronca y el resentimiento. El texto simula ser un discurso de Estebitan en una esquina del barrio de Palermo frente a un grupo de ex militantes con la misma sensación de fracaso que él. Ellos, la “ultra-minoría”, la retaguardia, los doscientos tipos que se habían propuesto “salvar la patria” quedaron irremediablemente relegados, pues “los que controlaban los presupuestos nos empujaron a la banquina para optar por la nube de alcahuetes que los merodeaban y que hicieron la vista gorda, tanto, tanto, que alcanzaron la inmortalidad burocrática, estatal y demócrata e hicieron durante veinticinco años todo mal, todo por la mitad, o todo entero pero despacio y tarde”. El cuarto de siglo democrático que hace poco conmemoramos los argentinos estuvo manejado para Estebitan, por esa “runfla” de inoperantes que nos llevaron a donde estamos hoy. Esos mismos fueron los que no permitieron actuar jamás a aquellos que deseaban contribuir dignamente a encarrilar los destinos del país, porque “cuando la democracia se atornilló como manera de ver las cosas, nosotros quisimos, como nunca quisimos nada más, que nos fuera bien a todos”.
Pero ya es demasiado tarde, ya la “ultra” aceptó su derrota: “somos veteranos de una guerra perdida”, por lo tanto “ni una reunión más en nuestras vidas” expresa con resignación Estebitan. El 2001 constituyó un último e ingenuo intento de intervención política, pero el fracaso nuevamente se enseñoreó de estos doscientos tipos que anhelaban salvar la patria.
¿Qué queda entonces si ya se han cerrado todos los caminos para actuar? Zafar, salvarse como sea, aceptar el individualismo antes repudiado, aunque vale aclarar que “Dios sabe que si algo valiera la pena en serio, no estaríamos tan dedicados a nosotros mismos”. Es que Estebitan ha descubierto otra forma de la pobreza, que es cuando “una persona se vuelve socialmente inútil”.
Pero The Palermo Manifiesto no se queda sólo en los escupitajos de resentimiento. También el libro resulta ser una radiografía de la clase política y de los que se sirven de ella para subsistir; por momentos, los personajes tienen nombre y apellido; uno de ellos es “Manteca” Di Napoli (nombre ficticio por supuesto), asesor de campaña en 2007 de Daniel Filmus para la jefatura de la ciudad de Buenos Aires, uno de esos consultores que “informan sobre el deterioro de la patria pero nunca mencionan su propia responsabilidad en la materia”.
Si hoy cayera una bomba atómica sobre la Argentina que matara a todos los habitantes, y un historiador del futuro quisiera reconstruir los veinticinco años de vida democrática de ese país hecho cenizas, tal vez le sería útil encontrar un ejemplar de The Palermo Manifiesto. Encontraría allí, un libro difícil de leer, por su gran cuota de actualidad, ironía y cinismo. Seguramente, no entendería muchas cosas, porque para entenderlas debería conocer el desengaño de una generación. Porque, a fin de cuentas, para saber de qué hablaba Schmidt, este historiador debería comprender la frase de Estebitan cuando dice: “Y nos condenamos a los bares, a sobrevivir exiliados de lo que nos importa”.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Mujeres- Esteban b.


Ahora bien: para conocer el mecanismo psicológico de la mujer, hay que tratar a muchas, y no elegir precisamente a las ingenuas para enamorarse, sino a las "vivas", las astutas y las desvergonzadas, porque ellas son fuente de enseñanzas maravillosas para un hombre sin experiencia, y le enseñan (involuntariamente, por supuesto) los mil resortes y engranajes de que "puede" componerse el alma femenina (Conste que digo "de que puede componerse", no de que se compone).
Fragmento de "Causa y sinrazón de los celos" (Aguafuerte porteña) de Roberto Arlt.

lunes, 1 de diciembre de 2008

La conveniencia de cumplir ciertos objetivos y de poestergar otros- Esteban b.


Hace unos meses leí una columna de Juan Villoro (escritor mexicano) sobre la necesidad de cumplir con algunas metas que uno se propuso en la vida (por ejemplo, terminar una carrera)y la necesidad de no alcanzar otros objetivos por los que nos desvelamos, porque a veces, llegar a esos objetivos implica perder toda motivación vital. Yo por lo menos, me siento identificado con lo que dice Villoro: ¿alguna vez ustedes (el que lea este blog, digo) no se sintieron un poco vacios luego de lograr aquello por lo que tanto lucharon? Pienso que, sobre todo, esto pasa en el amor: siempre conviene tener amores imposibles que nunca se concreten, justamente, para que no pierdan esa halo de misterio y encanto.(Me viene a la cabeza una frase espectacular del Mono Burgos, cuando dijo que no le gustaría conocer personalmente a los Rolling Stones, porque se daría cuenta de que van al baño).
Esto viene a cuento porque estoy por terminar una carrera (digamos que ya la terminé, falta el paso formal que es defender una puta tesis)y no puedo negar que siento que me he sacado una gran mochila de encima. Como sospecho que ese trabajo final no será leído por nadie -a excepcion del jurado- se me ocurriò la idea de publicar algunos fragmentos en este blog, con la esperanza de que alguien se interesara por lo que hice. Pero no, pienso que no da, sería al pedo. Entonces, voy a postear sólo la primera hoja de la tesis, que es una página formal, en la que uno se pone mimoso y agradece a unas cuantas personas. Es la siguiente:

"El tema de este trabajo nació en una calurosa tarde santiagueña de noviembre, luego de una interesante sugerencia de quien es el director de esta tesina: Daniel Campi. Mi reconocimiento hacia él no sólo por aquella sugerencia, sino también porque hace ya unos años me pidió que lo ayudara en una ponencia de su autoría, cuando yo todavía no me sentía capacitado para iniciar ningún tipo de investigación.
Como en toda labor investigativa, los colaboradores -voluntarios e involuntarios- son varios, aún cuando alguno de ellos no lo sepa. Por lo tanto, comenzaré una pequeña lista –seguramente arbitraria e insuficiente- de quienes creo que hicieron posible esta tesina.
Al historiador Luis Alen Lascano, por su generosidad para atender y responder mis dudas. Al ex diputado justicialista Darío Moreno, por concederme una entrevista en la que me facilitó muchos datos sobre el reconocimiento institucional de Juan F. Ibarra durante el período juarista. A Judith Farberman, por los comentarios que hizo cuando presenté una ponencia relacionada con esta investigación. A Gustavo Carreras, por facilitarme material que se había tornado difícil de encontrar. A Facundo Nani, porque siempre me recordó que no pretendiera con una tesina resolver los dilemas que ni los grandes historiadores pudieron desentrañar. A Daniel Moyano, por las sugerencias y las advertencias. A mi padre, por su insistencia para que de una vez por todas terminara con esto y por ayudarme de la manera más útil posible. Y a Fernanda Martínez, por haberme soportado los meses en los que solamente pensaba en Ibarra y los historiadores santiagueños.

Este trabajo está dedicado a mi madre, porque siempre creyó en mí".

sábado, 22 de noviembre de 2008

¿Somos mediocres los santiagueños?- Esteban b.

Es una pregunta que me la hago bastante seguido. Encuentro, conversando con amigos y conocidos, que tenemos una percepción bastante mala de nosotros mismos: de nuestra cultura, de nuestra clase política, de nuestro lugar en la historia. También encuentro que en cierta literatura local, está presente la pregunta acerca de por qué ese sentimiento de inferioridad nos invade.
El problema es que a veces compruebo que la realidad se condice con aquella autopercepción. Por ejemplo, en el seguinte caso.
El jueves fui a entrevistar al historiador Luis Alberto Romero. En la sala donde me iba a atender, estaba ya un periodista haciéndole una nota para un canal de televisión, que no era Canal 7. Las cámaras decían Multivisión. Romero es un tipo muy preparado, y muy amable también. Pero el periodista en cuestión, no podìa hilvanar ni siquiera un esbozo de pregunta. "Eeeehhh, bueno, profesor, ehhh, qué opina de, ehhh, la cultura en estos 25 años de, ehhh, democracia". Ninguna de las preguntas que hizo estaba debidamente formulada, y para colmo, los nervios lo hacían tartamudear. Pero bueno, en estas situaciones es normal que uno se ponga nervioso. Lo que es inaceptable es que este periodista haya ido sin llevar por lo menos, un mínimo de preguntas preparadas. No tenía ni siquiera un papel que le sirviera de ayuda-memoria a la hora de interrogar. Ir preprado para un reportaje es lo mínimo que uno debe hacer, tanto por respeto al entrevistado, como por respeto a uno mismo. Que un periodista vaya así a una entrevista, es como que un profesor vaya a dar una clase sin saber de qué carajo va a hablar.
La verdad es que me molesta que pasen estas cosas. Y lo triste es que lo veo frecuentamente. Yo no sé si hago buenas o malas notas, lo que sí sé es que antes me preparo. Me paso toda una mañana pensando de qué temas sería interesante hablar con mi entrevistado. Y anoto las preguntas, por si alguna laguna me invade. Tal vez los reportajes despúes salen una for de cagada, pero creo que al menos, con una preparación previa existen màs probabilidades de que las cosas salgan bien.
Cada vez que vivo algo similar a lo del jueves pasado me amargo. Y ahí es cuando siento que la mediocridad no está tan lejos de nosotros.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Invitación- Esteban b.


Si tienen ganas de escuchar a un historiador serio, que no les cuente la trillada historieta de unos cuántos chicos malos que siempre le quisieron hacer daño al país, y otros chicos sumamente buenos, que lucharon sin cesar por un país lindo y feliz, vayan esta noche al Carlos V (Santiago del Estero), tipo 9 de la noche. Estará Luis Alberto Romero, quien -como dato adicional- es hijo de unos de los historiadores argentinos más importantes del siglo XX: José Luis Romero. Por lo que recuerdo de la Feria del Libro de 2007 en Buenos Aires, Luis Alberto no tiene una gran oratoria, pero igual considero que tirará algunas reflexiones que nos ayudarán a pensar con inteligencia nuestro pasado. Pueden o no estar de acuerdo con él, pero no se puede dudar de su rigurosidad. Y bueno, si aprendió del padre...

sábado, 15 de noviembre de 2008

Libros en lista de espera- Esteban b.


Hay libros que siempre están en lista de espera. Son esos que casi inevitablmente, los dejamos para una ocasión mejor, que por diversas razones, nunca llega. Yo tengo unos cuantos que entran en esta categoría. Uno de ellos es el "Ulises" de James Joyce. Ahí están los dos tomos nuevitos en una estantería de mi biblioteca, mirándome de reojo y preguntándome: "Y? Para cuando?". Yo me hago el boludo (no es para menos, son como 1000 páginas) y me prometo devorarlos en "las pròximas vacaciones". El problema es que hace tres años digo lo mismo. También está "El retrato de Doran Gray" de Oscar Wilde, que un par de veces lo empecé a leer y las primeras 40 páginas me gustaron, pero despúes -no recuerdo cuáles fueron las razones- lo abandoné. Otro al que le amago siempre es a Doña Bárbara de Rómulo Gallegos, pero a la hora de los bifes, no pasa nada, me hago el tonto y agarro cualquier otra cosa.
Hace poco hice un plan que consiste en dedicar un año entero a leer solamente clásicos. Pero dentro de los clasicos, sólo aquellos libros que se hayan publicado del siglo XIX para atrás; al siglo XX lo dejaba para otra vuelta; es decir, el "Ulises" tampoco entraba en este ambicioso plan. La consigna más o menos era: nada de autores contemporáneos que uno no sabe si dentro de un siglo van a figurar en algún lado. ¿Saben cuál es el problema? Que creo que ese año será pospuesto una y otra vez. Entonces, seguiré con esa incómoda sensación de estar perdiéndome grandes libros de la literatura universal, y todo por andar boludeando con Bolaño.

viernes, 7 de noviembre de 2008

La función de la crítica: dos miradas- Esteban b.


En febrero de 2007, la hice una entrevista a uno de los tipos que más sabe de literatura santiagueña: José Andrés Rivas. Ya casi llegando al final de la charla, se introdujo el tema de la crítica literaria y él me dijo lo siguiente: “Particularmente, la única crítica que me interesa, es la que ilumina un libro para estimular su lectura”. Es decir, que Rivas sólo encuentra alguna utilidad en aquella crítica que despierta en el lector, las ganas irrefrenables de ir a la librería más cercana y comprar urgente el texto en cuestión.
La idea, tengo que confesar, me gustó, me pareció interesante. Pero (siempre hay un pero) leí hace pocos días la columna en El Mercurio (Chile) de uno de los críticos más importantes de habla hispana: Ignacio Echevarría (foto). El decía esto: “Desde este punto de vista (se refiere a los que defienden posturas similares a las de Rivas), la crítica negativa o disuasoria no tendría objeto alguno, por cuanto habría de supeditarse en todo momento a la muy noble y saludable tarea de reclutar lectores”. Y después remata: “Se trata de una consigna que abona los intereses de la industria editorial, beneficiaria directa de las periódicas campañas institucionales destinadas a la incentivación de la lectura. La premisa de éstas es la de que leer es bueno de por sí, con independencia de cuáles sean los contenidos -no digamos ya los efectos- de la lectura. Pero esto último constituye una falacia: no hace falta ser sociólogo cultural para observar cuántos lectores asiduos de novelas "románticas" o de tramoyas conspirativas se pasan la vida leyendo una y otra vez el mismo libro, que se les ofrece bajo diferentes envoltorios, mientras la cabeza se les llena ya de tórrido sentimentalismo, ya de peregrinas paranoias”. Si quieren leer la columna completa va aquí.
¿Queda claro que Rivas y Echevarría tienen posturas distintas? Creo que sí…
Bueno, si por esas casualidades de la vida merodea este blog una estudiante o profesora de letras, te pregunto, asi, en confianza: che loco/a, ¿de qué lado estás?

lunes, 3 de noviembre de 2008

¿Qué cuernos pasa con el cambio? -Tomatis


Les confieso a mis queridos lectores que hace mucho que no me sentaba a escribir. Últimamente, mi vida transcurre solamente en los bares y en el club nocturno de timba. Y cuando a la madrugada, llego a mi casa, no tengo la más remota gana de prender la máquina y teclear. Ando en otra cosa.
Hice un trato con la revista para la que trabajo. Cuando tenga algo para decir, escribiré, si no, me llamaré a silencio. La verdad es que me costó convencerlo al Jefe de Redacción. Lo que pasa es que él es un tipo que se empeña en sostener que la regularidad de las secciones es el método inefable para el éxito de las publicaciones. Yo no pienso así. Por lo tanto, discutimos, nos peleamos y al final terminamos en una confitería de la plaza tomando cuatro cervezas bien frías y criticando al pedorro mundillo periodístico de Santiago.
Pero bueno, dejémonos de prólogos inútiles y pasemos al tema de hoy.
Se van a dar cuenta muy rápido cuáles son las razones por las que hoy decidí volver. Es fácil: estoy recaliente. Me hierve todo y no aguanto más. Hace unos cuantos meses empezaron a joder con que no había monedas. Decían los noticieros y los diarios que sobre todo escaseaba la de un peso. Entonces, uno debía estar buscando las moneditas escondidas en algún rincón de la casa para no tener que soportar la molesta pregunta de las cajeras de supermercado: “¿no tendría cambio?”.
Yo pensaba que la cosa iba a durar poco tiempo. Hasta un día escuché a la presidenta Cristina K que prometía que el Banco Central iba a emitir monedas y no sé cuanto. Ya en ese momento me parecía increíble lo que pasaba. “No puede ser” me repetía a mi mismo. No podía entender que la Argentina tuviera problemas de esa clase: la escasez de moneditas, un drama totalmente pelotudo. Calculo que ni siquiera los países súper atrasados de África, reman con este tipo de inconvenientes; ellos tienen guerras civiles, pestes, hambrunas, índices alarmantes de mortalidad infantil, dictadores que se oxidan en el poder, pero les puedo asegurar que a los negocios de esos lugares de mierda no les falta el cambio. Y resulta que a nosotros sí. Nuestra Argentina, que crece al 10% anual (bueno, por lo menos hasta el año pasado), que exporta millones de dólares en soja, que aumenta su recaudación fiscal todos los meses, ¡tiene escasez de monedas! La puta que lo parío…
Pero como decía antes, yo pensaba que la cosa iba a durar poco. Creía que todo era una cargada de alguien, una broma de mal gusto. Y ahora me doy con que estamos en octubre de 2008 y seguimos lidiando con el estúpido problema del cambio. Lo peor es que ya no son solamente las monedas: son también los billetes.
Uno no puede ir a comprar nada sin preguntarse: “¿tendrán para darme el vuelto?” Estoy repodrido de los kiosqueros, cajeros, colectiveros, remiseros, panchukeros, mozos y comerciantes en general que cada vez que uno les paga, miran con dramatismo para luego agregar: “¿No me podría dar un billete más chico? Desde aquí les grito: ¡Dejen de romper las pelotas! Si no tienen para dar vuelto, pongan una faja y cierren sus negocios, pero no martiricen al pobre consumidor que lo único que hace es intentar una compra. A ver si entienden, queremos pagar, nada más. La otra vez fui a comprar cigarros, pagué con 10 pesos y la pelotuda de la kiosquera me clavó la mirada como si le hubiera pagado con 100 mangos.
Y por último quiero hacer un petitorio. Si algún economista o pseudo-economista lee por casualidad esta columna, no intente dar explicaciones a un absurdo como éste. Por favor, no se pongan a elaborar teorías sobre la falta de cambio. Yo a ustedes no les creo nada porque se piensan que utilizando términos difíciles pueden engañar a la gente.
No hay manera de explicar una pelotudez tan grande como esto de no poder realizar una compra porque los comercios no tienen para dar el vuelto. Adam Smith, Karl Marx, Keynes y los economistas más inteligentes de la historia vaticinaron muchas cosas sobre el devenir del capitalismo, pero jamás sospecharon lo que nos pasa a nosotros.
No sé si Dios es argentino, pero si lo es, queda claro que tiene ganas de reírse de los que vivimos aquí. Hasta la próxima.

jueves, 30 de octubre de 2008

¿Memoria u olvido?-Esteban b.

Leyendo un libro complilado por Alejandro Grimson (Pasiones Nacionales), encontré algunas investigaciones de especialistas en estudios culturales que comparaban la forma en que los argentinos representamos nuestro pasado con la de los brazucas. Estos académicos explicaban que los argentinos tenemos una especie de obsesión con el pasado y cualquier cosa que nos pasa en el presente nos lleva inmediatamente a bucear en la historia, con la esperanza de que allí hallaremos las respuestas adecuadas. En cambio, sostenían, los brasileños nada que ver. Ellos miran para adelante: el pasado pisado y listo. Bien pragmáticos nuestros vecinos.
Y resulta que este domingo, leyendo el suplemento Enfoques de La Nación, encuentro esta entrevista a Alan Rouquié (los estudiantes de historia lo conocen de sobra), que dice algo similar. Ahi va un fragmento de la nota. Si quieren leerla completa, hagan click aquí
Comparada con los otros países de la región que padecieron dictaduras, ¿La Argentina es muy particular? -Sí, lo es. Chile fue durante mucho tiempo una democracia, con una gran cultura política democrática, con pocas interrupciones entre la Constitución de 1928 y el golpe de 1973. Y después llegó esa dictadura violenta, que iba a contracorriente de toda la historia del país. Pero esa dictadura impuso la democratización. No hubo un colapso como en la Argentina. Hubo continuidad económica, que fue la de la dictadura, y continuidad política, que fue la anterior a la dictadura. Ambos elementos se encontraron para dar algo bastante estable y particular.
-¿Y Brasil? -Brasil es todo lo contrario de la Argentina. En la Argentina la gente se acuerda de todo. Es el país de la memoria. La Argentina es el país de "Funes el memorioso". Por el contrario, Brasil es el país de la antimemoria. El país del olvido. Brasil se olvidó de la dictadura. Es verdad que esa dictadura no fue feroz. Las cosas en Brasil se fueron modificando en forma paulatina y serena. El Perón brasileño, Getulio Vargas, ya es parte de la historia. Nadie se declara hoy "getulista", a pesar de que Vargas (1937-1945) hizo prácticamente lo mismo que Perón en lo bueno y en lo malo. En Brasil la historia continúa. Esa es la gran diferencia. La diferencia radica en la actitud que se tiene frente a la historia. Esa es la característica argentina: la historia nunca es definitiva. Su revisión ocupa el centro de la vida intelectual. Un revisionista encuentra siempre otro revisionista que dice "no estoy de acuerdo con eso".

lunes, 27 de octubre de 2008

El colorado tira-bombas-Esteban b.


A Dan Rosenheck lo conocí hace un mes en Buenos Aires. En realidad, sólo escuché la conferencia que dio y anoté el mail que nos dejó en esa suerte de pizzarrón que había en el auditorio.El flaco es corresponsal en Argentina nada menos que de The Economist, una de las revistas más prestigiosas del mundo.
Debo decirlo: Dan es medio tira-bombas. En las notas que le hacen, siempre larga frases que pueden ser titulares picantes. Por ejemplo: "Los Kirchner se parecen a George Bush".
Una tarde, decidí lancerame para ver si accedía a una entrevista. Dan me había parecido un tipo piola. Además, parecía de mi edad (después descubrí que era dos años menor). Entonces, le escribí un mail. Y no me contestó hasta hace una semana, cuando se disculpó por no responder antes. Ahi sí le mandé el cuestionario y esta vez me respondió al toque.
Lo que sigue abajo es la respuesta que me da cuando le pregunto sobre un vaticinio de uno de los economistas más respetados del país. ¿Saben qué hace Dan? Se caga de risa del pronóstico de Aldo Ferrer.
El economista Aldo Ferrer sostiene que para diciembre, eso que conocemos como las turbulencias financieras habrá quedado atrás. ¿Qué te parece ese vaticinio?
Rosenheck: Ja, ja, ja, ¿sabés lo que te enseñan en economía?: Si vas a decir una fecha, no digas un número; si vas a decir un número, no digas una fecha. Si yo supiera qué va a pasar, ¡estaría comprando o vendiendo acciones ahora en vez de contestarte estas preguntas! Con eso dicho, me atrevo a decir que todos los indicadores económicos sugieren que una desaceleración/recesión al nivel mundial recién empieza, y en general los períodos de poco crecimiento duran más que sólo algunos meses. También mencionaría que las estimaciones que yo he visto del nivel total de pérdidas esperadas como resultado de esta crisis son bastante más altas todavía que las que se han dado a conocer hasta la fecha. Pero me encantaría equivocarme.

La entrevista completa saldrá el jueves en una revista santiagueña.

jueves, 23 de octubre de 2008

Coño! por qué carajo estatizaron!- Esteban b,

Cómo se pusieron los españoles con el tema de la estatización de las jubilaciones! Se pusieron re-cabrones. Si no me creen, lean aquí la editorial de El País.

martes, 21 de octubre de 2008

¿Roca por Azurduy?-Esteban b.


Estaba en Tucumán,con un amigo, tomando cerveza y comiendo maní. Charlábamos de todo un poco. Veníamos de escuchar la conferencia de un ecnomista (Alejandro Rofman),lo que nos dio motivos para volver a tocar el remanido tema de Buzzi, De Angeli, Miguens, Cristina, etc. En un momento, y cambiando de tema por supuesto, le pregunté qué opinaba de esas inicitivas muy en boga para cambiar la imagen de Roca en los billetes de 100 pesos por la de Juana Azurduy. Mi amigo, que es historiador, quedó en silencio unos segundos, tomó un trago y comenzó su respuesta. Que hay mucha demagogia, que los argumentos son anacrónicos, que los que promueven estas iniciativas lo hacen muchas veces para adquirir protagonismo más que nada, etc. Y me sorprendió las coincidencias entre la postura de mi amigo y el artículo que publicò el diario Rio Negro hace un par de semanas, que no es otra cosa que lo que yo pienso del asunto. El artículo en cuestión está aqui.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Estados Unidos: una nación conservadora- Esteban b.


Artículo que supuestamente se publicará mañana en un medio local

En estos días en que la máxima potencia mundial atrae todas las miradas, no está de más realizar un esfuerzo por tratar de comprender la complejidad de este país -hablamos de EEUU, claro-que en el próximo mes elegirá presidente. Es la nación que hoy está en el ojo de la tormenta financiera, la que hace pocos días aprobó un súper-plan de salvataje con el fin de tranquilizar a esos entes abstractos llamados “mercados” (es difícil hablar de “los mercados” sin peguntarnos de qué hablamos cuando hablamos de ellos, aunque por lo pronto y luego de las catastróficas caídas de bolsas y la posterior suba desmesurada de las mismas, llegamos a la conclusión de que “los mercados” son bipolares, histéricos y caprichosos).
Pero mientras el mundo sale del atolladero o se derrumba, todo depende de cuándo se lea esta nota (aclaración: escribo esto el martes a la noche, después de un día maravilloso para las bolsas mundiales, pero nada garantiza que las cosas sigan así. Se ha vuelto todo tan imprevisible, que cuando este número salga a la calle, tal vez el Dow Jones esté por las nubes, o tal vez tocando fondo nuevamente), los norteamericanos se acercan indefectiblemente al esperado día del sufragio.
Es complicado entender a los EEUU. A los europeos les cuesta, a los latinos también. Parecería irrisorio que un tipo como George Bush- con su estilo campechano- haya hecho de los suyas por ocho años consecutivos. ¿Qué les pasa a estos yankees? ¿Son estúpidos? ¿Por qué eligieron a un político con un cerebro binario que divide a la humanidad entre buenos y malos? Esa clase de preguntas con aires de superioridad, son justamente las que nunca deberíamos formularnos si queremos entender de verdad la realidad de un país harto complejo.
Para una aproximación al imperio del norte, encontré un volumen de cerca de 600 páginas cuyo título es Una nación conservadora y sus autores son John Micklethwait y Adrian Wooldridge; el primero es director de la prestigiosa revista The Economist, y el segundo, corresponsal de este mismo medio en Washington. Es un libro publicado en 2004 y traducido al castellano en 2006. Digamos entonces, que no es una novedad editorial, pero leerlo sirve y mucho. Explicaré por qué.
Se trata del intento de los autores por develar los enigmas que vuelven a este país incomprensible para el resto del orbe, y se trata en el fondo, de responder a la pregunta de por qué EEUU es una nación conservadora.
En varias ocasiones, a lo largo de las páginas, se habla de la excepcionalidad norteamericana. Micklethwait y Wooldridge encuentran cuatro aspectos que evidencian esta singularidad: 1) La Constitución, ese texto madre al que los ciudadanos respetan de una manera en que los argentinos deberíamos envidiar sanamente. 2) La Geografía: es el cuarto país más extenso del planeta. 3) La notable capacidad de reinvención que tuvieron hasta ahora. 4) El moralismo: un porcentaje altísimo de la población declara creer en Dios y practicar alguna religión.
Al mismo tiempo, hay algunas paradojas que esta nación encierra: es el país más admirado del mundo, pero al mismo tiempo el más odiado; es un país que a pesar de que una gran parte de su población se declara conservadora, no cuenta en su arco político con una propuesta partidaria de ultra-derecha, similar a la de Jean-Marie Le Pen en Francia. Pero es también el único país desarrollado que jamás ha tenido un gobierno de izquierda.
Los autores hacen un poco de historia y cuentan cuándo comenzó a tomar forma esa nación conservadora que hoy conocemos. Ellos sostienen que fue en la década del 60, cuando parecía que EEUU marchaba a paso firme hacia un Estado de Bienestar, hacia mayores libertades para las minorías, hacia la aceptación plena de los matrimonios homosexuales y los abortos. Pero esa marcha se detuvo y empezaron a ganar terreno los discursos que hablaban del estado como si fuera un parásito que no se debía entrometer en la vida de la gente. Así cobraron visibilidad las cruzadas antiimpuestos y ganaron notoriedad los activistas por el derecho a llevar armas.
En la explicación de los autores subyace esta idea: los ciudadanos norteamericanos se asustaron ante el camino que se abrió con el presidente Lyndon Johnson y allí se incubó el germen de la reacción conservadora. Más de una década después vendría Ronald Regan y la puesta en práctica de lo que hasta ese momento sólo había sido parte del discurso de la derecha.
Micklethwait y Wooldridge realizan una radiografía minuciosa del país que eligió a George Bush como presidente en 2000; hacen un análisis del camino que lo llevó a este texano a alcanzar picos altísimos de popularidad y explican las diferencias abismales entre una Costa Este mayormente demócrata (Nueva York, Massachussetts, Washington, etc.) y el corazón republicano (especialmente Texas y Colorado).
Los autores arriban a una conclusión, que en vistas a las próximas elecciones, causarían un poco de preocupación a quienes apoyan a Barack Obama: “Nuestra impresión es que los republicanos sintonizan más que los demócratas con cuatro de las pasiones básicas estadounidenses: los negocios, la propiedad, la posibilidad de elegir y muy en particular, la seguridad nacional”.
Sin embargo, habrá que tener en cuenta que este libro fue publicado en 2004. No en vano pasaron cuatro años. Aún así, resulta estimulante y enriquecedor leer este texto que como dijo un crítico, “explica la extraña mezcla de capitalismo radical y moralismo ferviente que caracteriza a la primera potencia mundial”.

domingo, 12 de octubre de 2008

Colon descubrió que la tierra era redonda? Vamos, seamos serios- Esteban B.


Hay mentiras o malosentendidos que se perpetúan en el tiempo. Una de esas inexactitudes es la historia que dice que Cristobal Colón (lo recuerdo hoy porque es 12 de octubre), sentado a la orilla del mar, miraba a los barcos que se alejaban y desaparecían en el horizonte, lo cual lo habría llevado a deducir que la tierra era redonda. Mentira, totalmente mentira!!!. Lo digo porque escuché por ahí que algunos siguen pensando que gracias a Colón descubrimos la esfericidad de la tierra.
Aclaremos de una vez: cualquier tipo medianamente culto en la Edad Media tenía recontraclaro que la tierra era redonda. Es más: ya un griego en no se qué siglo antes de Cristo se encargó de medir la circunferencia de la tierra con un método rudimentario. Y encima, a pesar de la precariedad de su sistema de medición, el resultado estuvo cerca de ser exacto: le pifió por muy poco.
Por último: los reyes no querían financiar a Colón no porque dudaran que navegando hacia Occidente podían llegar a Oriente. No, nada que ver. Había otras razones mucho más importantes. Una de ellas era que desconociendo la existencia del continente americano, sospechaban -con muy buen tino- que los víveres no iban a alcanzar para semejante viaje y la tripulación se podía quedar sin morfi en la mitad del camino.
Por lo tanto, si alguien encuentra a un docente trasnochado que sigue repitiendo las burradas a las que hice referencia, por favor, le pegan un cachetazo en el culo y lo mandan a primer grado inmediatamente.

sábado, 11 de octubre de 2008

Un pastor que se le anima a Zamora- Esteban b.


Rosendo Santo es un pastor evangélico que promete presentarse en las próximas elecciones locales. En perfil.com el tipo sale con los tapones de punta. Ya era hora de que alguien diga algo che, es una verguenza lo que está pasando. Lean aquí la nota, y por lo menos yo, voy a empezar a pensar seriamente en votarlo. No porque me caiga bien, sino simplemente porque considero que votar a Zamora es casi inmoral. En otro post daré los argumentos necesarios para avalar lo que pienso.

viernes, 10 de octubre de 2008

Esos malditos mercados-Esteban b.


Esta nota la escribí luego de que un libro sobre los "mercados" me ayudara a entender un poco el funcionamiento de las bolsas y las finanzas internacionales. Los posteo porque los quilombos bursátiles que a diario vemos por TV, me hicieron acordar esos momentos de grata lectura.

Hay un lenguaje técnico y especializado que utilizan los analistas económicos que suele escapar al entendimiento del lector común. Si uno hojea el diario Ámbito financiero, se da con secciones que están hechas pura y exclusivamente para lectores entrenados en la materia. Y existen muchas expresiones frecuentemente repetidas en artículos de tales características que no dejan de llamar la atención. Por ejemplo, los que hacen referencia “al humor”, el “optimismo”, el “capricho”, la “confianza”, el “enojo”, la “volatilidad” y la “locura” de los mercados.
Pero, ¿Qué son los mercados? ¿Quiénes son? ¿Qué hacen? ¿Por qué se habla de ellos como si fueran seres humanos que se contentan, se entristecen y se enojan? ¿Por qué todo gobierno que asume debe brindar “buenas señales” a los mercados? ¿Son verdaderamente tan importantes? ¿Constituyen un peligroso poder en las sombras? ¿Están sobrevalorados? Preguntas y preguntas que en parte encuentran respuesta en las páginas del libro titulado Golden Boys. Vivir en los mercados de reciente aparición; el autor es Hernán Iglesias Illa, un joven periodista argentino radicado en Nueva York y que fue, entre otras cosas, editor del Wall Street Journal.
Iglesias Illa escribe una crónica de los argentinos que trabajan en el centro de las finanzas mundiales: Wall Street. El autor sostiene que son aproximadamente entre 300 y 400 los compatriotas que ganan millones de dólares apretando botones de computadoras y decidiendo qué bonos comprar y qué bonos vender (“tradeando” en el vocabulario de las finanzas). Ellos llegaron a Nueva York y se convirtieron en los niños codiciados de empresas como J.P. Morgan o Goldman Sachs.
Iglesias Illa dice que los traders argentinos tuvieron su apogeo durante los años 80 y los 90, cuando los bonos de deuda latinoamericanos comenzaron a rendir beneficios extraordinarios a los inversores de todo el mundo. Actualmente, sostiene el autor, los argentinos han perdido su lugar privilegiado de antaño, el cual ha sido ocupado por los “nerds” asiáticos.
Una de las partes más interesantes de este hermoso texto es cuando el autor trata sobre el descalabro financiero de 2001. Allí, por medio de testimonios de traders, ex funcionarios (¡Domingo Cavallo entre ellos!) y reconocidos analistas, Iglesias Illa intenta esclarecer este oscuro período de la historia reciente. Se ha dicho de todo sobre el asunto, hasta las cosas más estúpidas e infantiles. Cada ciudadano de este país ha elaborado una teoría explicativa del “corralito” y del hundimiento de la economía.
El autor de Golden Boys, en cierta manera, toma distancia de los que insisten en que hubo una conspiración foránea para voltear al país. Me interesa la postura de Iglesias Illa ya que él no ofrece explicaciones unicausales, sino que apela a las múltiples variables que se conjugaron e hicieron que llegáramos a ese punto de inflexión que fue diciembre de 2001.
“Tradear”, “jechear”, “shortear” y un sinnúmero de expresiones relacionados con las finanzas- extraños para quienes no estudiamos economía- aparecen en Golden Boys. De repente, el lector que se acerca a este libro comprueba que las actividades de un banquero, un bróker, un economista y un trader son totalmente distintas. Algo que sorprende puesto que para los que no somos entendidos en la materia, creemos en principio que estos términos encierran más o menos las mismas actividades.
Pero la ignorancia en dichos asuntos, alcanza niveles insospechados. Iglesias Illa cita dos recientes artículos escritos por periodistas especializados como Marcelo Bonelli y Oscar Cardoso en los que se pone en evidencia la insuficiente información que estos profesionales manejan. ¿Qué queda para el resto entonces?
En resumen, el libro de Iglesias Illa puede ser leído como una excelente crónica de los argentinos que trabajan en Wall Street, pero también como una sucinta historia de las finanzas de América Latina (Argentina especialmente) en los últimos 25 años. Aunque una tercera lectura no se debe descartar: Golden Boys puede ser sin ninguna duda una pequeña introducción para principiantes, al complejo, imprevisible y apasionante mundo de las finanzas en el mercado mundial.

miércoles, 8 de octubre de 2008

La ciudad de la furia y el gran Cucu- Esteban B.


Hace un par de semanas estuve en Buenos Aires. Bastaron unos pocos días para que me sumara al ritmo frenético de la megalópolis. Caminar rápido, viajar apretado en el subte, olvidar de saciar las necesidades básicas (comer e ir al baño), dormir poco, etc. Además, no sé si fue una impresión errada, pero me pareció-en comparación con las últimas veces que viajé- que había más personas mendigando en la calle. Es decir, que había más pobreza. Por eso, cuando volví y retomé mi cotidianidad, leí este fragmento del gran Washington Cucurto que me pareció excepcional y que resume mi sensación: "Si, Buenos Aires linda y querida, pero también tétrica y mortuoria, la que a un paso tiene la fama y el dinero o un colchón debajo de un puente" (Cosa de negros, pag. 134). Como siempre, la capacidad de síntesis de la literatura, puede más que cualquier intento de explicación cientifica.

viernes, 3 de octubre de 2008

Silencio por favor, habla un maestro- Esteban b.


“Al igual que hoy, a principios de los 50 el intelectual tampoco tenía un papel preponderante. Apenas si aparecía, lo escuchaba una minoría, pero había más gente dispuesta a escuchar que ahora. La producción de libros era menor, la tevé no existía. El poder del capital no se metía tanto con la cultura. El rock no había aún barrido con el realismo sensible del tango del barrio que cantaba con palabras porteñas. La cultura no era un negocio financiero como ahora, donde un grupo invierte comprando editoriales para fabricar libros como si fabricaran ladrillos, se compran las bandas o los clubes de fútbol. Antes se buscaba qué leer, ahora una librería es un mundo feérico que te hace guiños para seducirte desde las portadas de colores metalizados que brillan como lucecitas prendidas. Los intelectuales fueron desplazados por los grandes medios que compraron y privatizaron el espacio público donde las palabras circulan. Los media se han convertido en los ‘pedagogos’ de la ciudadanía" Palabras del viejo filósofo Leon Rozitchner (todo lo opuesto a su hijo Alejandro)en una entrevista que se publicó hoy. Si quieren saber más de él, lean la nota aquí.

jueves, 2 de octubre de 2008

Reflexiones sobre la "culocracia"- Tomatis


A cielosmágicos, que tanto
reniega con los culos de Tinelli


Después de un par de días de ausencia, vuelvo al ruedo; y esta vez quiero tocar un tema que los medios de comunicación lo exprimieron hasta el cansancio. Me refiero, mis amigos, a la bendita “culocracia”. Dicen los que saben que hoy vivimos bajo el imperio de la “culocracia”, que no es más que el gobierno del culo. El culo manda porque se ha vuelto un objeto de culto, de veneración. Una chica con buen culo, tiene asegurado su futuro; ya no necesita otro trabajo más que exhibir su traste. Su oficio consiste en darse vuelta y mostrar. Eso es todo.
Me cuentan que las mujeres han adoptado por costumbre poner una foto de su culo cada vez que presentan un currículun en alguna empresa. Saben que un culo compacto y bien trabajado, puede más que una licenciatura o un doctorado.
Nos enseñaron en la escuela que según no se qué filosofo, existían tres tipos de gobierno: la aristocracia, la monarquía y la democracia. Lamento decirles a mis queridos profesores, que tendrán que modificar sus clases y agregar una más a estas tres formas de gobierno. Tendrán que decirles a los chicos, que el siglo XXI ha dado a luz un régimen muy particular. Para explicar la etimología de la palabra, los docentes deberán decir que “cracia” significa en griego, “gobierno” y que culo, no hace falta definirlo porque es lo que tenemos debajo de la espalda.
Los diarios, las revistas y los noticieros se han pasado el verano machacando con esto de la “culocracia”. ¡Hasta una conocida revista le ha dado una tapa al tema! De más está aclarar que los periodistas no se han animado a escribir la palabra “culo”. La mayoría de ellos, se ha devanado la cabeza pensando con qué sinónimo reemplazar esta “vulgaridad”. Entonces, leyendo informes, me encuentro con que en vez de decir culo, dicen “cola”, “retaguardia”, “trasero” o “esa parte del cuerpo con forma redondeada”, etc.
Los jefes de redacción de los medios han ordenado a sus súbitos que vayan a pedir opinión a los intelectuales para que nos expliquen por qué nos hemos vuelto obsesivos con el culo. Y claro, ni lerdos ni perezosos, los supuestos analistas culturales han inventado reflexiones de este tipo: “pienso que la exhibición de las partes íntimas del cuerpo humano, denotan una tendencia irrefrenable de la sociedad posmoderna ha identificarse con….” y no se cuántas boludeces más. Puro chamuyo.
Lo cierto, mis amigos lectores, es que hoy el culo manda. Alguien sentenció alguna vez “pienso, luego existo”. Pero actualizada la frase, quedaría “tengo un buen culo, luego existo”.
Este cambio es tan importante en la sociedad que algunos dichos populares ya perdieron el sentido que tenían hasta hace unos años. “Tienes cara de culo” era lo mismo que decir “qué mala cara que tienes”. En cambio ahora, como el culo se ha vuelto un objeto de adoración, “tienes cara de culo” se ha convertido en un verdadero elogio.
La cultura de la “culocracia”, hizo que hasta yo dejara de mirarles la delantera a las mujeres, para observarlas solamente de atrás. Justamente yo que había sido un amante de la Coca Sarli y de sus películas de los 60…. Está claro que hoy la Sarli se cagaría de hambre.
Además, me he encontrado con viejas compañeras de la secundaria, que en su adolescencia y juventud supieron tener un excelente culo, pero como todavía no vivíamos bajo el signo de la “culocracia”, no pudieron convertir en billetes ese don natural. Hoy, estas pobres mujeres se paran de espaldas al espejo, doblan su cuello 180° para mirarse los restos de lo que supo ser un traste duro y parado. Se lamentan, lloran y reniegan porque por nacer en otra época no tuvieron la oportunidad de salir en las tapas de las revistas cholulas.
Por último, quería decirles, que la “culocracia” nos enceguece un poco. No nos permite por ejemplo, imaginar a Luciana Salazar o a Evangelina Anderson con una galopante diarrea de tres días. No, eso no puede ser, nos decimos a nosotros mismos. Es que imaginar esa escena, haría que la “culocracia” pierda todo su encanto. Para corroborar lo que digo, les cuento algo: la otra vez estaba sentado en el bar con mi amigo el turco, y resulta que pasa una mina con un shortcito (de esos que se usan ahora) recontra-ajustado. Confieso que el culo de la mina era majestuoso. El turco se quedó mirando como aturdido, y al rato me preguntó: “che Tomatis, ¿será que van al baño?”.
Hasta la próxima.

lunes, 29 de septiembre de 2008

Kaufman y la masividad cultural- Esteban b.


A polycarpo

Alejandro Kaufman es un ensayista argentino que se ha especializado en Teoría crítica de la cultura. Es integrante del comité de dirección de la Revista Pensamiento de los Confines dirigida por Nicolás Casullo, revista en la cual,ha publicado sugestivos escritos sobre diversas temáticas.
El año pasado estuvo en Santiago para dar una charla sobre Television, libros y cultura en el ya desaparecido bar Los cabezones. Recuerdo que una hora antes de su presentación me concedió un largo reportaje, al final del cual se quejó: "¡Me hiciste hablar mucho!"
Relyendo la entrevista, me doy cuenta que hay entrevistas que envejecen y otras que son intemporales. Hay fragmentos de ésta que han envejecido demasiado. Por ejemplo, en una parte hablamos extenso del fenómeno Gran Hermano y de la campaña electoral de Macri en la ciudad de Bs As. Ambos temas han perecido. Sin embargo, encuentro algunos reflexiones que aún hoy podrían servir para pensar en el presente.
Ahí van.

En cuanto a los medios gráficos de difusión cultural, ¿qué le parece la revista Ñ?
Kaufman: Yo creo que suplementos como Ñ, son artefactos que una gran corporación mediática produce para ocupar un espacio. El objetivo que tienen no es que el público acceda a los contenidos sino que los consuma de manera emblemática. En Ñ se habla mucho de objetos culturales, por ejemplo de libros, y se habla de una manera que no tiene correlación con el modo en que el lector de ese suplemento luego se va a relacionar con ese libro. Entonces, lo que hace el lector es consumir el signo del libro, no el libro en sí. La Ñ tiene esa característica, y a mi me parece que en ese sentido realiza una operación de distanciamiento con respecto del libro, en lugar de aproximación. Es una falsa aproximación que produce la ilusión en el lector de Ñ de que está relacionándose con la cultura.
Aquí lo que se produciría es una tensión entre la calidad cultural y la cantidad de lectores a los que se quiere llegar.
Kaufman: Es que yo creo que la masividad es poco compatible con la calidad cultural. La calidad cultural comienza cuando se deja de pensar en el destinatario como un número. La historia de la cultura está plagada de situaciones en las que esa despreocupación por el número, paradójicamente, produjo una gran repercusión. Me parece que la preocupación por la masividad es exclusiva de los grandes capitales que maximizan las ganancias, y eso no tiene nada que ver con la cultura. Esto tampoco significa que la cultura esté fatalmente destinada al pequeño número. Lo que define una práctica cultural es su cualidad, no guiada a la incitación mercantil sino a otra clase de valores. E insisto, eso no tiene relación con el número.

sábado, 20 de septiembre de 2008

Retrato del empleado público- Tomatis


No me gusta ir a ninguna repartición pública. Detesto todo lo que tenga tufillo a burocracia. Odio las colas y las interminables esperas. Cuando veo las imágenes durante las vacaciones de enero, de esa cantidad de autos haciendo fila en la ruta a Mar del Plata, me dan nauseas. Esas no son vacaciones, son en realidad, sesiones de tortura mental. Y cada vez que me despierto sabiendo que debo ir obligadamente a algún ente público, mi humor se vuelve pésimo, más de lo habitual, y con eso ya les estoy diciendo todo. Voy, sabiendo que me encontraré con una variada fauna ineficiente, que disfruta de hacer esperar a la gente decente. ¡Me salió con versito incluido!
La semana pasada tuve que ir. No me quedaba otra. Esa mañana, ni siquiera pude sentarme un rato en el bar, porque me pasé la jornada entera esperando, no se exactamente qué, pero esperando….
A mi me sorprende la capacidad que tienen estas personas, para convertir cualquier trámite pelotudo, en algo demasiado largo y lleno de obstáculos. De verdad, me deja estupefacto. Porque hay cosas que se pueden resolver en menos de 5 minutos, pero ellos, con una habilidad sorprendente, hacen que esos 5 minutos se conviertan en 50 (en el mejor de los casos), casi por arte de magia. ¡Los felicito muchachos, no cualquiera pueda hacer esto… no cualquiera!
Los tipos no pueden concebir que exista algo que se pueda realizar de manera ágil porque su esquema mental no se los permite. Pareciera que antes de entrar allí, hubieran hecho cursos intensivos para complicar hasta el más insignificante asunto.
Siempre me llamó la atención también, la forma de medir el tiempo de muchos empleados públicos. Ellos tienen una particular concepción del paso de las horas. No se llevan del reloj. No, nada que ver. El tiempo de ellos está medido por los mates y los cafecitos. Así como la historia de la humanidad se divide en antes y después de Cristo, la mañana de ellos se divide en antes y después de los mates y los cafés. Tienen en claro por ejemplo, que llegado el mate número decimonoveno, ya está cerca la hora de levantar el culo e irse.
Aparte, no sé si habrán dado cuenta, a ustedes, los lectores les digo, que hay casos de personas que antes de entrar a “trabajar” en algún edificio publico, eran rápidas y eficientes. Hacían su laburo con denuedo y dedicación. Pero en cuanto pisaron el suelo de Rentas, Tribunales o Suelo Urbano, rápidamente la energía se les fue a la mierda. Se transformaron en hombres detestables, soberbios y lerdos.
Hasta he conocido minas que eran hermosas, que estaban siempre arregladas y con pelo bien teñido, pero que ni bien entraron a uno de esos lugares, engordaron, se volvieron fumadoras y pasaron a tener una cara de tuje que ni les cuento.
Habría que publicar un libro de fotografías que se llame “Antología de las caras de culo de los empleados públicos”. Debería hacerse una selección de cien fotos para venderlas en los kioscos. Les aviso que sería extremadamente reñida la elección, porque los caraculicos son los que abundan en las reparticiones.
Por último, quiero decir a los asalariados del estado, que no es que yo tenga mala onda y sea sólo un estúpido protestón. No lo tomen así. Sólo les pido que aflojen con el “alpedismo”, que según mi diccionario, se define como la costumbre de estar al pedo. Háganme caso muchachos/as, no se abusen. Hasta la próxima.

martes, 16 de septiembre de 2008

Momentos de lectura-Esteban b


Cuentan que en la vida del lector, llega un momento en que casi todo se torna previsible; ya no aparecen de forma frecuente esos libros que pareciera nos cambian la vida. No creo aún haber llegado a ese punto. El sólo hecho de pensar en mis “lagunas” literarias me autoriza a creer que todavía falta mucho para que mi capacidad de sorpresa se agote. Basta aclarar que no leí el Ulises de Joyce, ni El hombre sin atributos de Musil. Tampoco leí nada de Faulkner. Eso si hablamos de literatura occidental del siglo XX. Y si hablamos de literatura argentina no leí Amalia de José Mármol, ni Adán Buenos Ayres de Marechal ni Rosaura a las diez de Denevi, por nombrar sólo algunos.
Pero si tengo que recordar momentos de lectura grata en los últimos meses aparecen los libros que están allá arriba. Por supuesto está Juan José Saer con Lo imborrable, pero en realidad podría estar cualquiera de sus novelas: Glosa, Las nubes, La vuelta completa, etc. Siempre digo que si se me diera por poner un cuadro en mi escritorio, pondría un retrato de Saer. Después está Orientalismo de Edward Said, un intelectual palestino que se exilió en Estados Unidos y se murió en 2002, creo. Publicó este libro en 1979 y es un estudio magistral sobre los prejuicios y la ignorancia de los occidentales en relación con Oriente. Luego sigue la clásica biografía de Perón de Joseph Page, un mamotreto de 600 páginas, pero que vale la pena leerlo, en especial aquellos que al igual que Halperín Donghi, ya se resignaron a la idea de que la Argentina es peronista. Luego está Golden Boys, una crónica sobre los argentinos que trabajan como traders en Wall Street. A partir de este libro, lo sigo a muerte a Hernán Iglesias Illa, si no me creen, lean el post anterior. Y bueno, qué puedo decir de Primo Levi…Pienso que cualquiera que quiera empezar a entender los horrores del siglo XX no puede (repito, no puede) dejar de leer Si esto es un hombre. Es un relato tremendo de un sobreviviente de Auschwitz, escrito a los pocos meses de haber sido liberado.
Y por último, Bolaño. Es verdad que el chileno se puso de moda luego de que se murió, es más, yo leí Los detectives…hace poco tiempo, quizá siguiendo la moda post-mortem. Pero la cuestión es que disfruté tanto de la lectura, que me quedé como desesperado por devorar otra de sus novelas. El problema es que en Santiago no se consigue nada de Bolaño. Y en Tucumán tampoco. Es como si hubiera tenido la mejor noche de sexo de mi vida y después de eso, nada, la mina se fue, no volvió y no me atendió más el cel. Por suerte en estos días estoy yendo a Buenos Aires, y más que entusiasmarme por ir a participar de un concurso que me podría-en el mejor de los casos- llevar a EEUU, estoy ansioso porque es probable que allá encuentre otra novela de Bolaño.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Algo me hace ruido-Esteban b.


Algo me hace ruido cuando intento analizar lo que pasa en EEUU con las futuras elecciones. No estoy de acuerdo con aquellos que hablan de George Bush y de la mayorìa de los norteamericanos que los apoyan como si sólo fueran unos estúpìdos imperialistas. No estoy de acuerdo cuando nos ponemos en papel de portadores de sentido común y nos admiramos porque escapa a nuestra comprensión el auge del conservadurismo en la máxima potencia mundial. Me hace ruido que en encuestas que se hacen en el resto del mundo, Obama gana por afano, pero en EEUU, que es justamente donde se tiene que votar, los números están bastante reñidos.
Como el sentido común progresista me hace ruido, me encantó la nota de Hernán Iglesias Illa en la siempre interesante página de Los Trabajos Prácticos. Leánla, no los voy a defraudar.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

La importancia de llamarse Felipe-Esteban b.


Solá estuvo de paso por Santiago. Le hice una entrevista para un medio local. En los reportajes uno se encuentra con muchísimos personajes. La verdad es que las entrevistas son una manera estupenda de conocer la diversidad humana. Están los hediondos, los parcos, los cordiales, los piolas, los pelotudos.
Solá me cayó bien. En realidad, ya lo venìa escuchando desde los meses hartantes del largo round entre campo y Gobierno. Cada vez que aparecía en un programa me detenìa a escucharlo, y siempre decía cosas interesantes, lo cual no es una virtud menor.
Me quedó la sensación de que Solá es un tipo ideal para tomar un café o para comer un asado. No es que me haya entusiasmado tanto el tipo como para pensar que en el futuro podría ser una buena alternativa electoral para la Argentina; pero confieso que a partir de ahora voy a estar más atento a cada uno de sus pasos en el resbaladizo terreno de la política vernácula.
Para terminar, dejo el último fragmento de la nota, que termina con una ironía del entrevistado:
¿Cómo se ubica hoy políticamente? Porque no se puede decir que sea un oficialista, pero tampoco le cabe el calificativo de opositor
Solá: Yo tengo una actitud de independencia crítica; soy peronista pero con independencia. Me veo cómodo en la medida en que pueda polemizar y aportar. Está superada una etapa de una verticalidad fuerte, que representaba Kirchner, en el que cualquier tipo de actitud diferente era-o en algunos casos es aún- tomada como una objeción a la conducción de Kirchner. Hoy tengo una posición de alejamiento del gobierno que yo no busqué. Me hubiera gustado que no ocurriera, pero la acepto como tal.
Claro, pero lo que se percibe es que usted camina por una línea muy fina…
Sola: Yo siempre fui fino (risas).

miércoles, 3 de septiembre de 2008

De cirujías, extensiones y el paso del tiempo- Tomatis


Estaba con mi amigo el turco en el bar de la plaza y después de estar callado un buen rato me dice: “qué lo parió Tomatis, por qué no habré sido cirujano. Me iba a llenar de guita. A todas las minas se les dio por ponerse culos y tetas postizas”. El turco habla cagadas muchas veces pero esta vez le pegó con el diagnóstico. Aunque se olvidó de decir que también está de moda -esto ya entre las más veteranas- copiarle a la esposa de K y a su famoso botox. No sé que mierda será eso, pero lo concreto es que les deja los cachetes bien inflados. A lo que debemos sumar el negocio del pelo. Una pasa por las peluquerías en las que se exhiben carteles que avisan cuanto pagan el kilo de pelo. Yo no entendía por qué los peluqueros se desesperaban tanto por comprar mechas ajenas y había sido porque también están de moda las “extensiones”. Mi hija me explicó todo esto porque su querida madre - es decir, mi ultima ex mujer- hace rato que se practicó esas pavadas y obviamente, el pelotudo de su nuevo marido es quien pagó el service completo.
Entonces, uno ya no puede confiar cada vez que ve una mina linda en la peatonal Tucunán, porque de adolescentes y jovencitas se ponen culos y tetas, y de grandes se meten botox, extensiones y alguna que otra cirugía. Es decir, que usted señor, que mira trastes mientras toma un café, en su mayoría está viendo en realidad, plásticos acomodados que simulan ser culos.
Pero les quiero decir algo al gremio de las damas, que hacen estas cosas para embellecerse y detener el inexorable paso del tiempo. Lo cierto es que la vejez llega igual, no hay vuelta. Y les advierto que llega de la peor manera a quienes durante la juventud fueron agraciadas por la belleza.
Se lo digo a todas las chicas lindas que hoy salen a la calle y son chamuyadas por cuanto tipo se les cruce: Disfruten ahora, graben los piropos que les susurran cada dos por tres; salgan de remeritas ajustadas de manera que el busto (propio o postizo) se les marque bien y a los muchachos se les choree la baba. ¿Saben por qué se los recomiendo? Porque las que de jovencitas son hermosas, de viejas se convierten en tremendos bagayos, por más cirugía que se hagan. Lo digo con conocimiento de causa.
Yo, actualmente, encuentro a minas con las que terminé el secundario hace más de 30 años y en aquel entonces eran unas muñequitas preciosas. Me acuerdo que mis compañeros y yo andábamos alzados por estas turritas. Y claro, a nosotros que éramos morochos y pobres, ni pelota nos daban. Pero vayan a verlas ahora!!! Están hecho un desastre, con el traste caído, la panza protuberante y la cara llena de arrugas.
Pareciera que Dios cobra un precio muy alto por la belleza juvenil. Es como si a los lindos les dijera: “Yo te doy la hermosura en los años tempranos, pero después agarrate…”. Porque fijensé ustedes – al lector se lo digo- que los que son fieros de adolescentes, de grandes mejoran un poco, o por lo menos, quedan igual.
Así que tengan cuidado chicas con tanto manoseo de botox y esas pavadas. Sólo rueguen que el paso del tiempo no sea tan cruel con ustedes. Hasta la próxima.

sábado, 30 de agosto de 2008

Tomás y TVR-Esteban b


Salvo contadas excepciones, los sábados a la noche veo atentamente TVR. Es una de los únicos dos programas (el otro es Palabra más, palabras menos, y a veces CQC) que me siento a ver. Todo lo demás, miro esporádicamente, mientras hago zapping. El sábado pasado sentí una hermosa incomodidad cuando el polémico filósofo Tomás Abraham los hizo cagar a los conductores (verbalmente, claro) por un informe que pasaron. Lo curioso es que durante esta semana, lo único que leí fueron palos para TVR. Y la verdad es que en medio de tanto debate estùpido entre no sé qué modelito con no se cuál vedette, está buenìsimo lo que paso en TVR, donde un filósofo castigó duramente a la televisión desde un progarma de televisiòn. Pero lo cierto es que no es casualidad que pasen estas cosas en ese programa. Me acuerdo que el año pasado sucedió algo parecido cuando invitaron a Josè Pablo Feinmann.
Me dio bronca que la mayorìa de los periodistas se rasgaran las vestiduras por el informe, sin señalar que existen pocos espacios en la televisión abierta que den lugar a intelectuales para que digan lo que se les antoje. Y a esos tipos, no se los escucha ni en los programas de Tinelli, ni en los de Rial ni tampoco en los de Pergolini. Si, en cambio, en TVR. Por eso esta noche,nuevamente, me voy a acomodar en el sillòn de la cocina, y voy a poner en el 13.

miércoles, 27 de agosto de 2008

"Cada mañana, al despertar"...-Esteban b


Cada día las tapas de El Liberal me enorgullecen más. "Santa Rosa se hace extrañar" dice el titular de hoy. Qué buen gusto del editor, qué olfato para saber dónde estàn las noticias, qué calidad para detectar cómo queremos informarnos los santiagueños. Y adentro sigue la muestra de lo que es buen periodismo. Investigaciones sobre dudosas operaciones gubernamentales, columnas agudas acerca de la situaciòn polìtica provincial, analisis no privados de inteligencia sobre el funcionamiento de nuestra legislatura, crìticas duras al poder judicial, etc. Pero lo que más me gusta del diario, son los titulares puntillosos que informan la actividad cotidiana del gobernador Zamora y del intendente Alegre. Esos que dicen por ejemplo: "Zamora inauguró...", "Zamora se reunió con...", "Zamora entregó casas en..." "Alegre recorrió...". La verdad, qué quieren que les diga, que hermoso que es vivir en Santiago!.

lunes, 25 de agosto de 2008

Cómo los odio a las economistas- Tomatis


Siempre he sentido un rechazo visceral hacia los economistas. No es que yo entienda demasiado del tema; al contrario, detesto los gráficos y los números; las tablas y las estadísticas.
Soy uno de los millones de argentinos que aborrece el lenguaje técnico, frio y despótico que utilizan los especialistas cuando se ponen a hablar de cualquier cosa. Me produce náuseas cada vez que escucho en la televisión opinar a tipos de traje que piensan que porque utilizan un par de palabritas raras, son inteligentes.
Fue una gran desilusión para mí, cuando mi hija adolescente me confesó que quiere estudiar para ser economista. Pero me quedé callado. Supongo que con el tiempo, cambiará de opinión.

Expresiones
Quiero contarles que me harté de soportar las siguientes expresiones: “Sensible suba del valor nominal de los productos de intercambio”, o “baja porcentual del salario real de los trabajadores”. Lo que quieren decir en verdad con estas frases oscuras y rimbombantes, es que los precios se han ido a la re-mierda y que el sueldo de los empleados ya no alcanza ni para comprar un paquete de fideos. Lo podrían expresar de esta manera, pero no, ellos prefieren el firulete verbal, para confundir a la gente.
Últimamente me tienen podrido. Porque como todos sabemos, es ya imposible ir al supermercado sin tener la sensación de que nos entuban un palo por ya saben dónde… Uno se acerca a la caja, la chica comienza a toquetear la maquina registradora hasta que llega el momento culminante: una paga sabiendo que la semana anterior desembolsó unos cuantos billetes menos. Pero bueno, supongamos que nos acostumbramos a esto y que ya no nos afecta. Perfecto: yo acepto pagar unas monedas más el café que tomo todas las mañanas.
Lo que no acepto bajo ningún concepto son las explicaciones que los economistas dan sobre el tema. Me calienta, me pone furioso que salgan a detallar las causas por las que- supuestamente- las cosas están cada día más caras. Que los precios internacionales, que el tipo de cambio, que el frío, que la escasez, que el calor, que la suba del dólar, que la especulación, que Moreno, que la suba del euro, que Jaime, que la desconfianza de los inversores, que Nestor, que la crisis política y no se cuántas pelotudeces más. ¿Se dieron cuenta de eso? A los lectores les pregunto. ¿Se dieron cuenta de que cada aumento es acompañado por los parlamentos de los economistas que de memoria repiten lo mismo? Y encima lo hacen con una seriedad en sus caras, que parece que están diciendo algo sensato...
¡Basta por favor! No quiero que me expliquen nunca más las razones de las subas. O les propongo algo. Digan lo siguiente cuando escriban en los diarios o hablen en la tele: los precios suben porque sí, porque se les antoja, porque tienen vida propia y deciden agrandarse.
Dejen de joder con los informes, las estadísticas y las sesudas teorías: ya nadie les cree. No me solucionan nada contándome porqué la guita se me evapora en un ratito. No exasperen más a la gente. No hagan más pronósticos tampoco porque para adivinar el futuro ya están los brujitos que aparecen todos los días en el Nuevo Diario. Hasta la próxima.

jueves, 21 de agosto de 2008

La historia se repite-Esteban b


A Giordano Bruno lo mandaron a la hoguera. A Galileo lo obligaron a retractarse (Eppur si....).¿Creíamos que ésas eran cosas del pasado? ¿Creiamos que la historia vergonoza, autoritaria y criminal de la iglesia se había terminado? Parece que no. Y ahora le tocó a un comprovinicano: Ariel Alvarez Valdez. Lo "suspendieron", lo "sancionaron" por sostener algo que es una obviedad total. ¿Hasta cuándo la iglesia seguirá con esa postura irracional de negar lo que la ciencia afirma con pruebas más que suficientes? ¿Hasta cuándo seguirán con el cuentito de Adán y Eva y con que la tierra no tiene más de 5000 años? ¿No están haciendo lo mismo que hicieron cuando se ofuscaron porque un científico les avisó que la tierra giraba alrededor del sol y no la revés? Parece que no aprenden. La iglesia es como la Sociedad Rural: no puede disimular mucho tiempo sus miserias, tarde o temprano, se delata a si misma.

domingo, 17 de agosto de 2008

Serás abogado/a o no serás nada- Tomatis


¿Saben qué? Estoy preocupado. Muy preocupado. Pero no por ninguna de las noticias que nos ponen los diarios locales en las tapas y menos por lo que informan los noticieros nacionales. A decir verdad, lo que aparece en esos medios es lo que menos me importa.
Lo que me preocupa no sé si salió en los diarios, tal vez sí, tal vez se publicó en algún rincón de una página perdida, como si fuera una noticia insignificante, como si hubiera sido puesta casi de relleno. Me refiero al crecimiento desmesurado de los adolescentes y jóvenes santiagueños que tienen sólo un objetivo en la vida: ser abogados. Le pregunto a mi hija qué van a estudiar sus compañeritos/as cuando terminen la secundaria, y me responde que el 99% quiere ser letrado/a. Por supuesto, la mayoría de ellos incentivados por sus padres que se mueren por hablar alguna vez de “mi hijo el dotor”.
Seguramente, los lectores me gritarán que estoy loco, que soy un ignorante, un desubicado y que me tendría que alegrar de las nobles aspiraciones de nuestros chicos. También me dirán que el crecimiento de los aspirantes en la carrera de Derecho, es una muestra de cómo la educación santiagueña se consolida a paso firme. No sean ingenuos, yo por lo menos, no me chupo el dedo.
Les voy a decir por qué los chicos sueñan tanto con poner una plaqueta en sus casas que diga “fulano de tal, abogado”. No crean que es un deseo limpio e inocente. Para nada. En realidad, es un deseo pervertido. Los adolescentes no son boludos. Tienen en claro que la sociedad de hoy sólo es para los que tienen guita, para los vivos, para los ganadores. Y resulta que día a día se muestra que los abogados son exitosos, que tienen plata, fama, minas, etc. Además, aparecen en las películas yankees como los grandes protagonistas. ¿Se acuerdan de “El abogado del diablo”?. Bueno, ése es el ideal de los pendejos. “Así quiero ser yo” dicen. Una oficina tremenda, situada en un edifico de varios pisos, con vista a la calle y sillones espectaculares.
Pero no nos vayamos tan lejos. Sus modelos de abogado están aquí cerca, no solamente en Hollywood. ¿Saben dónde están? Se los digo: en los barcitos que se encuentran en las inmediaciones de Tribunales. Hay uno que está en una esquina y tiene grandes vidrios que dan a la calle; ahí se sientan los doctorcitos por la mañana, vestidos de traje y peinados con mucho gel. Y las doctorcitas también por supuesto. Ellas van muy bien arregladas, revocadas de maquillaje, con las correspondientes tetas postizas y los vestidos bien ajustados. A la mayoría le gusta sentarse cerca del ventanal, para que quienes pasen por el lugar, miren y envidien. De vez en cuando, me doy una vuelta y los observo. Todos están en pose. Muchos se sientan solos y sacan un montón de papeles para demostrar que están muy ocupados resolviendo casos. Pero ¡ojo! Me cansé de ver tipos que en su vida pisaron la facultad, sin embargo, ellos están presentes en ese bar, con saco negro y con valijita en mano.
Los estudiantes de abogacía miran ese modelo y se mueren por llegar a ese lugar. No aspiran defender a los débiles y desposeídos, no les interesa conocer las nuevas corrientes de interpretación del derecho laboral y ni se calientan por aportar un granito de arena para lograr una justicia más eficaz. No, los varones quieren el título para encontrarse con una mina en el boliche y levantársela luego de decirle “soy abogado”, para hacer plata por los medios que sean, cagando a quien se ponga adelante; o bien, quieren la chapa para sentarse en el bar que está cerca de Tribunales con la secretaria que está buena. Para eso se queman el cerebro rindiendo materias. Pero lo que no se dan cuenta o no quieren darse cuenta, es que Santiago está lleno de abogados que andan de choferes de taxis o atendiendo maxi kioscos. Deberían abrir una sociedad que tenga por siglas A. A.C.H (Asociación de Abogados Cagados de Hambre). Les aseguro que las afiliaciones serían masivas.
Es lógico que sea así, porque una provincia chica no aguanta esta superpoblación de profesionales del Derecho y el campo laboral de los letrados se convierte en una jungla que contiene a unos cuantos y expulsa a un montón. Y claro, ahí llega la desilusión: las pobres minas que se gastaron fortunas en vestuario para asistir a las clases en la Universidad (ya sabrán que el pabellón de Derecho de la facultad local es una pasarela por la que desfilan las estudiantes compitiendo para ver quién tiene mejor pilcha) se encuentran con la triste realidad.
Entiendan bien. El problema de Santiago no es el campo, tampoco la violencia en las escuelas, menos aún la escasez de gasoil. El problema es que todos nuestros chicos quieren ser abogados. He ahí el origen de nuestras futuras desgracias. No digan después que no se los advertí.

jueves, 14 de agosto de 2008

Sobre Los libros de la guerra-Esteban b


Dicen que Los pichiciegos es la mejor novela sobre la guerra de Malvinas. Dicen que Vivir afuera es una de las mejores novelas sobre los años 90 en la Argentina. Dicen que el autor de ambos libros está loco. Y dicen muchas cosas más. Hablamos de Rodolfo Enrique Fogwill (o simplemente Fogwill, como él firma sus trabajos), escritor argentino, quien ha publicado a principios de este año Los libros de la guerra. Este volumen es una antología de las intervenciones periodísticas del autor a lo largo de 25 años, desde los meses previos a la victoria de Raúl Alfonsín hasta fines del 2007.

Autorretrato
“Estudié medicina, letras, filosofía, matemáticas, canto, música, francés, inglés, rudimentos de griego y latín y olvidé casi todo. Enseñé metodología, estadística, teorías de la comunicación, teorías de la ideología y sociología; no aprendí casi nada. Fui publicitario, investigador de mercado, redactor, empresario, especulador de bolsa, terrorista y estafador”. Así se presenta Fogwill en un imperdible autorretrato que se encuentra en la primera parte del libro en cuestión. Efectivamente, sus conocimientos son diversos. No sólo domina a la perfección las teorías de los clásicos de la sociología (Fogwill es sociólogo) sino que puede dejar descolocado al lector con alguna disquisición sobre diversos asuntos, desde la matemática y los fractales hasta la informática y la medicina. Como dice un crítico, pareciera siempre que Fogwill sabe cosas que se le escapan al lector.
El autor de Vivir afuera está rodeado de una serie de leyendas que él mismo se encargó de difundir. Por ejemplo, es vox populi que escribió la mencionada novela sobre la guerra de Malvinas en sólo tres días bajo los efectos de la cocaína (“Por más de diecisiete años fui cocainómano” confiesa). Que estuvo preso por estafa. Que fue millonario y que perdió casi todo. Qué es el autor del slogan “el sabor del encuentro”. Que escribió durante un tiempo los chistes de los chicles bazooka. Qué se casó no se cuántas veces. En realidad, poco importa si esos rumores son ciertos o no. Entonces, vayamos a lo que sí importa.
Al leer los artículos de Fogwill –especialmente los de principios de los años 80- uno debe estar preparado para las continuas cachetadas al sentido común progresista. Nada más equivocado que buscar en sus diatribas lo políticamente correcto. Fogwill- en medio de la algarabía alfonsinista- se pronunció en contra del aborto y de la ley de divorcio, con argumentos que por supuesto, son atendibles. Pero lo que más impresiona en estos escritos es la postura que él asumió, en plena primavera democrática, con respecto a la herencia que había dejado el Proceso de Reorganización Nacional. Cuando muchos se llenaban la boca hablando sólo de las atrocidades que habían cometido los militares y no de las responsabilidades de una sociedad cómplice, Fogwill escribió un artículo brillante que se titula “El doctor Cormillot y la gran máquina de adelgazar conciencias”, el cual debería ser de lectura obligatoria para todo aquel que estudie la forma en que los argentinos supimos construir una memoria de la Dictadura. Asimismo, el autor de “Los pichiciegos” fustigó a la política cultural del gobierno de Raúl Alfonsín, poniendo en evidencia las continuidades que existían entre esa política y la implementada por el régimen precedente.
Por otro lado, están los artículos de crítica literaria. Allí, a contramano de lo que dictaba el canon, Fogwill comienza a difundir autores que hasta ese entonces eran desconocidos en el campo literario y hoy son de lectura obligatoria en la carrera de letras. Por ejemplo, Cesar Aira y Alberto Laiseca.
También se incluyen en esta antología algunas de las mejores entrevistas que Fogwill concedió. En dichos reportajes queda claro que este hombre de cabeza blanca con pinta de viejo cascarabia, no sólo es una de las mejores plumas de nuestro país sino que además es un personaje al que cualquier periodista le gustaría tener mano a mano.
Por lo tanto, “Los libros de la guerra” es un volumen que retrata en forma perfecta al autor. A lo largo de sus páginas, la inteligencia y la capacidad analítica de Fogwill sorprenden gratamente. Y luego de esta experiencia de lectura, no cabe más que afirmar que Fogwill ha hecho suya una máxima que debería tener en cuenta todo intelectual: sospechar de las verdades consagradas y de los poderes establecidos.

martes, 12 de agosto de 2008

"Si no tienes un rottweiler,no existes"-Tomatis


Los santiagueños somos propensos a adoptar cualquier moda que nos impongan de Buenos Aires. Ya creo que hablé lo suficiente de las modalidades del habla que se nos pegan de los porteños. Aunque debo confesar algo: hasta yo a me encuentro a veces escribiendo “fue” cuando debería poner “ha sido”, porque es así como hablamos nosotros.
Pero hoy quiero señalar otras modas, aún más detestables que el patético “todo bien” y sus derivados. Me refiero a los usos y costumbres tales como: construir fincas en el Zanjón, utilizar camionetas 4 x 4 y tener perros de determinadas razas.
Existen requisitos que son indispensables a la hora de aspirar a formar parte del exclusivo jet set santiagueño: como ya lo he dicho recién, es necesario poseer una finquita en el Zanjón o en algún lugar de las afueras de la ciudad. La finca, obviamente, debe tener una pileta. Puede no tener cocina ni baño pero la pileta es indispensable; de manera que el dueño de la propiedad presuma diciendo que todos los domingos toma sol en su reposera sin importarle los 40 grados de calor.
Segundo requisito imprescindible: poseer una camioneta 4 x 4 aunque el dueño del utilitario jamás vaya a circular por una calle con barro. Cualquiera sabe que esos vehículos han sido pensados por los sesudos fabricantes para que sus conductores hagan travesías por lugares de difícil circulación. Pero eso aquí en Santiago no les calienta. Los compradores de 4 x 4 no se interesan en absoluto por conocer los terrenos en los que podría circular su camioneta. ¡Ellos la quieren para dar vueltitas en la Plaza Libertad!
Y hay un tercer requisito que últimamente se ha vuelto una prueba de fuego antes de ingresar a la legión de la elite local: la posesión de un perro de raza. Ojo, las razas codiciadas van cambiando con el tiempo. No se si acuerdan que en un momento pasear por la calle con un perro Ovejero Alemán era símbolo de estatus. Luego se impusieron los siberianos. A los dueños no les calentaba que esos pobres animales de climas polares se estuvieran calcinando bajo el sol de Santiago. Imagínense, bichos que viven felices en las heladas del sur ¡los traían justamente a vivir aquí! Por suerte, la moda de los siberianos quedó en el pasado, aunque quedan ejemplares en algunas casas de familia, fruto del momento de auge.
Y bueno, ya sabrán qué perros se pusieron de honda en los dos últimos años: claro, los famosos Rottwelier (que encima no se cómo mierda se escribe): esos animales grandotes y cabezones que de sólo verlos impresionan. Los Rottwailers se cansaron de morder no solamente a sus dueños sino también a los hijos, nietos, sobrinos, amigos y vecinos del dueño. Pero eso no interesa: todo sea por cumplir los ineludibles requisitos de las altas clases. Un dicho reza: “si no tienes título, no existes”. Creo que habría que actualizar el refrán, porque debería decir: “si no tienes un rottweiler, no existes”
Entonces, ya uno no puede salir a caminar por el centro sin ver a un sinnúmero de pelotudos que correa en mano, sacan a pasear a su bicho negro. A cada rato me tengo que cruzar de lado para no pasar cerca de esos perros de mierda...
Hoy los acuso con toda mi alma a los santiagueños cholulos que alteran la vida cotidiana del resto sólo por estar a la moda de los tiempos. Hasta la próxima.

lunes, 4 de agosto de 2008

Todo bien? - Tomatis

El domingo estaba hecho pelota, sentado en el bar de la plaza: el que siempre frecuento por la mañana. Había pasado una noche basura: perdí todas las partidas que jugué en el club, y encima mi ex mujer me amenazó que me va a demandar por no pasarle los 400 pesos al mes que supuestamente, le tengo que dar en concepto de padre de nuestra hija. Aclaro: me casé y me separé tres veces en lo que va de mi vida.
Si tengo que ser sincero diría que todo el día sábado había sido una autentica porquería. Fue uno de esos días en que a uno no le hubiera gustado despertarse, esos días que literalmente no tendrían que existir en el calendario, porque son nefastos, porque cualquier cosa que uno intente hacer le sale para el carajo; porque pareciera que todo el mundo se nos ha puesto en contra. Podría seguir enumerando razones para justificar el por qué de mi pésimo humor el domingo por la mañana.
Entonces, repito, estaba sentado tomando un horrible café, y resulta que pasa uno de esos tipos a los que uno ya ni sabe de donde los conoce, cruza por frente de mi mesa y me dice :”Eh Tomatis,¿ todo bien?” Lo miré con cara de asco, por su estùpida pregunta. El tipo me vio ahí con cara de desvelado, los ojos rojos, la voluntad por el piso y me pregunta: ¿todo bien? Ni me acuerdo lo que le contesté, lo tendría que haber mandado a la mierda, pero creo que no lo hice.
Voy a aprovechar la ocasión para acusar (yo, Tomatis, acuso) a todos los santiagueños que saludan: ¿todo bien? Esa muletilla fea que se nos pegó de los porteños y que no sirve para nada, porque el “¿todo bien?” es un saludo circunstancial e innecesario, lo dicen dos personas cuando se cruzan por la calle, o cuando están en la cola de un banco, o en un bar cualquiera. Lo dicen justamente porque no tienen nada para decirse, pero bastaría con un “hola” y nada más. Pero no, tienen que agregarle el “¿todo bien?” Y lo peor es que la respuesta a la pregunta, es siempre la misma pero sin signo de interrogación. Ilustro la situación: se encuentran dos jóvenes, uno le pregunta “¿todo bien?” Y el otro contesta “todo bien”. Patético.
Empezaron los chicos a decirlo, después siguieron los jóvenes y ahora lo escucho a este tipo de 40 y pico de años decir “¿todo bien?”. No, dejémonos de joder, terminemos con esa tonta imitación de todo lo que dicen en la capital….
Protesto contra el “todo bien”, y voy a iniciar una dura campaña para erradicar ese saludo del hablar del santiagueño. Prometo hacerlo hasta que no quede ni siquiera un adolescente en esta provincia que use esa puerca muletilla para saludar.