
Jajajaja. De qué otra forma podría empezar esta columnita. Riéndome. Si, cagándome de risa. No saben lo que fue cuando me encontré con la sorpresa: la risotada hizo que los dientes postizos me volaran a dos metros.
Como todos los domingos a la mañana, estaba en el bar, tomando un café cargado luego de una noche de mierda. Y en eso que estaba, agarré el diario. Ahí vino el hermoso chiste. Los viejos que estaban en las otras mesas también largaban carcajadas, y no era para menos.
Impresionante. Una edición dominical basada en un chistecito. Los felicito muchachos, eso es creatividad. Justamente el domingo, el día que más se compra el diario. Porque ya sabrán lo que dicen los sabiondos: que el domingo es el día que la gente lee más los diarios. Porque no labura y tiene más tiempo. Por eso es que vienen bien cargaditos, con suplementos hasta de cómo criar perros.
Y los magnánimos editores del decano, decidieron destinar una edición entera a un chiste. Cinco páginas le dieron: la tapa y cuatro adentro. Me imagino cómo habrán sido esas reuniones internas; todos devanándose el seso, tocándose los mentones, pensando en silencio. ¿Cómo elaborar una buena humorada en el día de los inocentes? Y los tipos pensaban y pensaban hasta que uno de ellos sugirió la gran idea. Aplausos. Descorche de champagnes. Abrazos. Juegos artificiales. “¡Grande viejo, eso sí es una buena idea!, te felicito”. Clima de fiesta en la redacción.
Después vinieron las horas intensas de preparación, la puesta a punto de los detalles. “No tiene que fallar nada” se decían unos a otros. “Si, pero ssshhh, no levantes la voz boludo, no vaya a ser que la cosa se filtre por ahí”, advertía un editor.
Pero faltaba la frutilla del postre. Dedicar el “gran suplemento cultural” al chiste. Ese suplemento que nació con tremenda pomposidad, que iba a ser el canal por el cual se transmitiría la vida artística santiagueña. Porque lamento decirles muchachos, que yo hace mucho que no leo periódicos de manera sistemática, pero cuando lo hago, les presto excesiva atención. Y para desgracia de ustedes, recuerdo bien aquel día que lanzaron el tabloide (¿Se acuerdan? Cuando dejaron de salir en formato sábana, hace un año), y uno de sus periodistas-estrella anunciaba que “el gran suplemento cultural” sería la columna vertebral de la edición dominical. Si, así lo decían.
Pregunta básica. ¿Qué espera cualquier lector de un suplemento de este tipo? Artículos bien escritos, firmas reconocidas, temas originales. Busca la reflexión, el pensamiento, el espíritu crítico. Cosas, que a esta altura de mi vida, ya no me interesan un carajo. Pero tengo que ser sincero: el que agarra una sección de cultura, busca eso. ¿Y ustedes qué le dieron? Un chiste. El último domingo del 2008, quemaron un suplemento cultural en una broma. Ningún evento artístico mereció estar ahí. Ningún libro, ningún pensador, ningún poeta, ningún músico. Tenían que poner una humorada.
¿Saben qué es lo que hicieron, muchachos? Lamento decirles: le hicieron una confesión brutal a sus lectores. Les dijeron, en pocas palabras: “Estimados lectores: no tenemos absolutamente nada para ofrecerles en este ultimo suplemento cultural del año, y por eso, va este chiste”. Porque no eligieron la sección de espectáculos, ni alguna página suelta por ahí. No, fue la tapa del diario y la tapa del “gran suplemento cultural”. Lo repito a propósito.
Pero paren. Qué boludo. Recién se me prende la lamparita. No hay caso, siempre demoro en darme cuenta de las cosas. ¿Será por eso que tantas mujeres me abandonaron? Olvídense de lo que dije antes. Ya sé por qué mis amigos de nuestro diario –uno de los más antiguos del país- hicieron la cargada del domingo. Claro… no haberlo pensado antes. No es que hayan hecho una confesión brutal. No, nada que ver. Todo forma parte de una estrategia muy bien diseñada. Es, en realidad, el primer paso que dieron (certero, eficaz, heroico) para convertir al “gran suplemento cultural” en una simple paginita de humor.
¡Felicidades para todos, La Reina del Pop incluida!