A polycarpo
Alejandro Kaufman es un ensayista argentino que se ha especializado en Teoría crítica de la cultura. Es integrante del comité de dirección de la Revista Pensamiento de los Confines dirigida por Nicolás Casullo, revista en la cual,ha publicado sugestivos escritos sobre diversas temáticas.
El año pasado estuvo en Santiago para dar una charla sobre Television, libros y cultura en el ya desaparecido bar Los cabezones. Recuerdo que una hora antes de su presentación me concedió un largo reportaje, al final del cual se quejó: "¡Me hiciste hablar mucho!"
Relyendo la entrevista, me doy cuenta que hay entrevistas que envejecen y otras que son intemporales. Hay fragmentos de ésta que han envejecido demasiado. Por ejemplo, en una parte hablamos extenso del fenómeno Gran Hermano y de la campaña electoral de Macri en la ciudad de Bs As. Ambos temas han perecido. Sin embargo, encuentro algunos reflexiones que aún hoy podrían servir para pensar en el presente.
Ahí van.
En cuanto a los medios gráficos de difusión cultural, ¿qué le parece la revista Ñ?
Kaufman: Yo creo que suplementos como Ñ, son artefactos que una gran corporación mediática produce para ocupar un espacio. El objetivo que tienen no es que el público acceda a los contenidos sino que los consuma de manera emblemática. En Ñ se habla mucho de objetos culturales, por ejemplo de libros, y se habla de una manera que no tiene correlación con el modo en que el lector de ese suplemento luego se va a relacionar con ese libro. Entonces, lo que hace el lector es consumir el signo del libro, no el libro en sí. La Ñ tiene esa característica, y a mi me parece que en ese sentido realiza una operación de distanciamiento con respecto del libro, en lugar de aproximación. Es una falsa aproximación que produce la ilusión en el lector de Ñ de que está relacionándose con la cultura.
Aquí lo que se produciría es una tensión entre la calidad cultural y la cantidad de lectores a los que se quiere llegar.
Kaufman: Es que yo creo que la masividad es poco compatible con la calidad cultural. La calidad cultural comienza cuando se deja de pensar en el destinatario como un número. La historia de la cultura está plagada de situaciones en las que esa despreocupación por el número, paradójicamente, produjo una gran repercusión. Me parece que la preocupación por la masividad es exclusiva de los grandes capitales que maximizan las ganancias, y eso no tiene nada que ver con la cultura. Esto tampoco significa que la cultura esté fatalmente destinada al pequeño número. Lo que define una práctica cultural es su cualidad, no guiada a la incitación mercantil sino a otra clase de valores. E insisto, eso no tiene relación con el número.