martes, 28 de abril de 2009

Tipos difíciles- Tomatis


Me cansé de decirlo y de señalarlo, pero no hay caso, la gente no me escucha. No se convencen de que si me prestaran más atención, la provincia -¡y hasta el país!- andaría mucho mejor. Hace cuánto que yo venía señalando las miserias del mundo literario, del cual formé parte en mi juventud, y nadie me daba bola. Tuvo que armarse flor de lío con esto de los que van y no van a la Feria del Libro para que alguien dijera: “Tomatis tenía razón”. Siempre tengo razón, entiéndalo de una vez.
Recordando viejas épocas, en otras ocasiones conté mi devoción juvenil por leer los autores que mis amigos de entonces juzgaban imprescindibles. “Tomatis, no podés dejar de leer esto”, me decía un amigo después de tirarme tres tomos de 500 páginas por la cabeza”. Yo, como buen estúpido, me encerraba en mi pieza y tirado en la cama boca abajo, devoraba todos los mamotretos que caían en mis manos. Mi habitación quedaba en la terraza de la casa y, como no tenía ningún split en aquellos tiempos, en verano me caían las gotas de transpiración sobre las hojas de los libros. Pero nada me importaba. No importaba que mi cama estuviera tacuchada de ejemplares hediondos y viejos de autores que habían muerto, por lo menos, hace 500 años. No importaba que por quedarme encerrado leyendo, me perdiera de tomar whisky y café (lo mejor que hay en la vida) en los bares de la plaza. No importaba que las minas que llevaba a mi cuchitril pensaran que las muchas letras me habían vuelto loco. Yo seguía adelante, quería ser un escritor y listo. Por suerte, un buen día me di cuenta de mi camino errado y arranqué para otro lado. Y aquí estoy.
El mundo de los escritores es peor que el de las vedettes. Es más, pienso que debería existir un programa al estilo de Jorge Rial pero sólo para la gente de la “cultura”. Les aseguro que se armarían quilombos más grandes que los de Moria Casán y Graciela Alfano. No haría falta mucho combustible para que se destara el fuego de los egos.
Los artistas en general son gente jodida. Yo sabía tener un amigo que era músico. El tipo pensaba que era el mejor guitarrista del universo y estaba convencido de algo: creía que si su labor no era reconocida en el ámbito musical, no era por su falta de talento sino por la ineptitud de los demás para detectar genios. Hace mucho tiempo que no lo veo y supongo que aún continuará protestando por la miopía de los santiagueños que no lo consideran el mejor de todos.
Algo parecido les pasa a los escritores. Ellos creen que si el público no acude en masa a comprar sus libros, no se debe a que los mismos sean bodrios imposibles de digerir. En realidad, dicen, “los lectores son incultos y no me entienden”. Les encanta eso de ser artistas incomprendidos que vagan por las calles sin un justo reconocimiento. Ellos sueñan con que en la posteridad, algún crítico sabio venga a rescatar del olvido sus numerosas obras. Ahí sí, suspiran, se habrá hecho justicia.
Lamento avisarles, mis queridos ex colegas, que nadie se acordará ni de ustedes ni de sus obras ni de mi dentro de 50 años. Cuando pasemos a mejor vida, sólo quedarán algunas fotos nuestras desperdigadas por ahí y nada más. Yo sé que a ustedes les gusta creer en la trascendencia por medio del arte, pero nada de eso es verdad. Si ya son tipos grandes y como escritores, no los conoce ni su madre, olvídense del éxito. Dedíquense a criticarse unos a otros. A pelear entre ustedes. Si el fracaso se ha enseñoreado de sus almas, por lo menos les queda eso: putearse entre sí.

1 comentario:

Anónimo dijo...

COMPLETAMENTE CIERTO!


ADMIRO LA ACIDEZ!!!

POR FAVOR CORROE UN POCO MAS A SANTIAGOM A VER SI DE UNA BUENA VEZ NOS PONEMOS A REFLEXIONAR!


BELENCHUS