miércoles, 15 de abril de 2009

Periodistas- Tomatis


Es fácil aparecer en los diarios locales, no sé si se habrán dado cuenta. Sí, aunque no me crean, yo les aseguro que es sencillo. Solamente hace falta una condición: ser santiagueño y vivir en otro lado. Mejor si es en otro país. No importa que en el lugar en donde estés, seas un pobre infeliz.
Cuántas veces no habrán leído titulares de este tipo: “Santiagueño cuenta su experiencia en Alemania”, o bien, “Santiagueño se dedica a la fotografía en México”.
El mejor descubrimiento para un periodista de Santiago es encontrar a un comprovinciano perdido en el extranjero. Con eso ya tiene asegurado un buen espacio en una página importante. Cuando se le propone la nota al jefe de redacción, éste contesta: “claro, hacela, la ponemos en tapa”. Y como dije antes, lo que menos importa es la actividad que esa persona realice. Puede ser sólo un barrendero o un lustrabotas. Pero claro, está fuera de la provincia, entonces, merece aunque sea una paginita. Un razonamiento totalmente estúpido.
Y ya que estamos, sigamos hablando de los periodistas. Hoy tengo ganas de hacerlo. Hay una cosa que les encanta a mis colegas (aunque en verdad, a esta altura me siento cualquier cosa menos un trabajador de prensa), que los pone muy expectantes, que les quita el sueño. Esto pasa cuando se aproxima algún evento especial: por ejemplo, la visita de la presidente de la nación a la provincia, la inauguración de alguna obra importante, un anuncio trascendente en Casa de Gobierno, etc. No es que mis colegas se desesperen por la riqueza periodística que podrían tener las crónicas que escriban sobre estos acontecimientos. No, eso es lo que menos les interesa. Tampoco se preocupan, en estos casos, de reflejar algún detalle que a otros medio se les escapa. No, de ninguna manera. Lo que aquí les interesa a los periodistas es saber si habrá comida antes o después del evento. Se mueren por saber si habrá alguna mesa larga con bebida y morfi para todos.
Por eso, lo primero que hacen al llegar al lugar es preguntar a quien se les cruce: “¿che, hay algo para nosotros?”. El interlocutor interpreta rápidamente la pregunta y le responde por si o por no. Por supuesto, el humor del profesional cambiará por completo si tiene la certeza de que al finalizar su trabajo, podrá llenar abundantemente su insaciable estómago.
Ojo: los periodistas deportivos son peores. Parece que en la carrera no les enseñan las reglas y las tácticas de las distintas disciplinas, sino que les dan clases de cómo devorar una mesa de 100 sándwiches en escasos minutos. Si alguna de las instituciones deportivas está en crisis económica se debe, precisamente, al agujero que se les produjo en las cuentas cada vez que cometieron el error de hacer un lunch para la prensa.
Ni les cuento lo que pasa en las cenas de fin de año, esas que se ofrecen especialmente para los periodistas. Hay cosas que ponen ansiosos a los muchachos, pero nada como la comilona que se les regala en el mes de diciembre. Ir a esta cena es para ellos como asistir a una orgía con las mejores modelos. Nada los entusiasma más que la llegada de este bendito día. Si les dieran a elegir entre hacerle una entrevista exclusiva a Néstor Kirchner o asistir a esta cena, estoy seguro que ninguno dudaría: la comida está primero, responderían.
Quiero decirle algo a las nuevas generaciones de periodistas: sépanlo bien, lo que distingue a un periodista novato de un periodista con trayectoria, no es la cantidad de investigaciones o entrevistas realizadas, sino los kilos y los litros ingeridos gratuitamente a lo largo de la carrera. Hasta la próxima.

6 comentarios:

La Dueña dijo...

Me quiero matar, había escribo un comentario kilométrico y no se que aprete y se borró.
EL liberal y sus notas a los santiagueños en el mundo me revientan. La famosa modelo que triunfa en el mundo, pero se casa con un pediatra santiagueño, la madre santiagueña de Lerner (dejen robar ya perdí la cuenta de la cantidad de notas referido a lo mismo). El Pato Cabrera, ganó su primer juego en Sgo. y es fanático de Los Manseros (¿?).
Vigo Mortensen vivio de niño en Chaco-Santiagueño (me acuerdo de la nota como si fuese ayer, salio toda una contratapa).

Trabajen LADRIS!

Saludos

pd: mi primer comentario estaba mejor =(

Omar dijo...

Y si, quien no lo ha visto en Santiago, No se si en otra parte será así como son los periodistas santiagueños cuando asisten a determinadas conferencias. De 5 notas que les toque hacer a la mañana de seguro que toditos desfilaran y serán puntuales allí donde haya algún refrigerio axial sea una tontera cubrir esa nota, pero ahí están eh?, en filita marchando pa la conferencia. Un abrazo.

Silvio dijo...

Creo que es bastante acertado, estas situaciones existen y las he visto/vivido en reiteradas ocasiones, aunque creo que tu texto peca en su generalización. Como periodista, me siento inserto en esta fosa única que propone la teoría del periodismo santiagueño y no me siento particularmente identificado con la adjetivación. No me desviven los santiagueños en el exterior, ni los triples de miga.

Un saludo cordial.

Tomatis dijo...

dueña: tu msj me hizo reir mucho. Omar: odio las conferencias de prensa mañaneras en Casa de Gobierno. Hay algo peor?
Silvio: el texto es una chicana, una exageración. No vayas a pensar que pienso que todos son así. Por otro lado, vi la otra vez en tapa de El Liberal que vendían una supuesta investigación sobre la casa de brujas y la inquisición en sgo. No era un tremendo choreo a tu nota que sacaste hace unos meses?

Anónimo dijo...

no califiquen al sentido como opuesto al aplauso periodístico sino como lugarteniente de un sueño esquivo. "Miles han vivido sin amor, pero ninguno sin camisa". Aprehendamos entre todos a concebir el aplauso como el reconocimiento justo a una disputa de vaivenes. El Aplaudidor.

Silvio dijo...

Si vi la nota. También en un principio me indigné acusándolos de robarme la idea.

Después me di cuenta que, sobre el tema, probablemente se escribió mil veces.

En fin, que sé yo.

Saludos.