jueves, 22 de enero de 2009

Kirchner, Mussolini, Stalin y las comparaciones impropias-Esteban b.


Una estudiante de abogacía con ganas de sumergirse en el mundo de la investigación, le preguntó a una profesora de Historia Antigua qué tema sería interesante empezar a indagar. Esta profesora, sin inmutarse, le sugirió que preparara un trabajo comparativo entre Néstor Kirchner y Augusto. Alguien me preguntará: ¿Augusto Vandor? Aquel sindicalista que soñaba con un peronismo sin Perón. Pero no, no se trataba de Vandor. Entonces, Augusto Pinochet, me dirán. Tampoco. Esta docente hablaba, en realidad, de Augusto, el emperador de la Roma antigua, aquel que reinó entre el 27 A. de C. y el 14. D. de C. Esta profesora pretendía que esta joven alumna invirtiera tiempo, lectura e ingenio para escribir una ponencia –que tal vez sería presentada en algún congreso o jornada- en la que intentara demostrar que estas dos figuras políticas –separadas por más de dos mil años- pueden ser equiparables. Creo, para la buena salud de las ciencias sociales, que la futura abogada no tomó en cuenta la sugerencia.
Si éste sería un caso aislado, ni siquiera sería digno de mención en ningún lado. Se trataría sólo de una docente sin ganas de pensar. Sin embargo, las comparaciones de este tipo (disparatadas y anacrónicas) se han hecho frecuentes, sobre todo en boca de los representantes de la oposición al gobierno nacional. Y quien más sobresale en este deporte poco feliz es Elisa Carrió.
La máxima dirigente de la Coalición Cívica se pasea por los programas políticos más vistos de la televisión señalando el carácter “fascista” del ex presidente Kirchner, o de los elementos en común que tienen con Ceausescu, el dictador rumano que tuvo que huir junto a su esposa luego del repudio del pueblo. Se la escucha hablar, con un lenguaje mesiánico, del camino que deberían recorrer los argentinos para liberarse de la opresión. En sus analogías aparece el pueblo judío en su marcha hacia el Ghetto de Varsovia, lo que trae inmediatamente la imagen del nazismo como cuadro de fondo.
Pero hubo otro representante de este mismo partido que hizo una apuesta aun más jugada. Se trata del diputado Fernando Iglesias, que semanas atrás publicó un articulo en Crítica de la Argentina en el que comparó lisa y llanamente a Kirchner con Stalin (“El kirchnerismo es una encarnación débil del estalinismo, con su tradicional carga de populismo, nacionalismo e industrialismo” dijo).
¿A qué se debe esta desafortunada manía de elegir a los regímenes más brutales del siglo XX para compararlos con la experiencia argentina actual? ¿Es una cuestión de ignorancia? Tratándose de Carrió, estoy seguro que no es ignorancia. Más allá de muchas críticas que se le pueden hacer, ella es una mujer que de teoría política contemporánea conoce bastante. Sin embargo, a pesar de su erudición, no duda a la hora de mencionar estas inverosímiles comparaciones; porque uno podrá cuestionar a este Gobierno por múltiples razones, pero de ahí a pensar que se trata de una experiencia totalitaria en ciernes, existe un abismo.
El periodo de entreguerras estuvo signado por el hundimiento de la democracia liberal y el nacimiento de dictaduras que derivaron en catástrofes humanitarias. Los campos de concentración y el Holocausto fueron las tal vez, las dos consecuencias más nefastas de estas experiencias. Los nombres de Adolf Hitler, Benito Mussolini y Joseph Stalin aún resuenan cuando asoma el recuerdo de estos años.
Una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), los polítólogos comenzaron a estudiar con mucha atención los experimentos políticos de entreguerras. Algunos de estos especialistas, dedicaron toda su vida a intentar explicar aquellos regímenes que sembraron muerte y horror.
Verdaderamente, fue grave lo que ocurrió. Uno de los historiadores más importantes del mundo, Eric Hobsbawm denomina al siglo XX como “la era de las catástrofes”; justamente, por lo que representaron para la humanidad regímenes como el nazismo y el fascismo.
Por lo tanto, resulta complicado entender por qué ciertos dirigentes de la Colación Cívica se empeñan en “ilustrarnos” con tristes analogías. Sólo queda la sospecha de que lo hacen para sacar rédito político de la peor manera. Quizá, consideran que de esa forma, pueden llamar la atención de “Doña Rosa”. Sin embargo, cualquiera fueran las intenciones, lo único que logran es banalizar lo que debería ser tratado con responsabilidad y vastos conocimientos. Pero claro, a la hora de captar votos, eso qué importa.

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