viernes, 17 de julio de 2009

Monólogos de Julito- Tomatis


Julito, quién lo ve y quién lo verá. Tan inocente. No le caigan a él, no sean así. Malos, no le hagan nana.
Ahora es fácil caerle a Julito, ahora que está encerrado, jugando a la generala con el guardia. Ahora es fácil acordarse y reírse de su cara de felicidad, cuando miraba los fuegos de artificio, esos 25 de julio memorables, cuando su sonrisa se extendía hasta las orejas, cuando “la gilada” le decía “grande Julito, sos lo más”, y él respondía “gracias, no es para tanto, el pueblo se lo merece”.
Ahora es fácil burlarse de Julito, ahora que nadie le atiende al celular, ese celular que antes no sonaba, crujía. Ahora es fácil. No sean desagradecidos, acuérdense de los favores recibidos.
En este momento, que estoy en mi casa, sentado, al pedo, con malestar estomacal después de un poderoso locro, imagino a Julito, sentado también, con los diarios cerca, en su lugar de detención, pensando, reflexionando, renegando y diciendo:
“Giles, les hice la Costanera, para que vayan las noches de verano a tomar coca; para que lleven unas conservadoras con cerveza helada, y se peguen una buena macha. Hasta les puse banquitos cómodos, para que vayan con sus parejas (con sus “conejitas” o “conejitos”) a darles unos besitos y meter mano. Bien que les gustaron las palmeritas. Se las puse para que pensaran que estaban en el Caribe, manga de secos, ustedes que no conocían ni Carlos Paz; se podían sacar fotos con las palmeras detrás y después mandarlas a sus amigos para hacerles creer que estuvieron de vacaciones en el exterior. Les iluminé el lugar, para que vayan con sus familias, a cenar al lado del río. ¿No se acuerdan de eso, traidores de mierda?”
“Giles, muertos, secos, les puse colectivos nuevos, para que no andaran más en esas ratoneras latosas, en las que si uno se raspaba al bajar o subir ahí nomás tenía que ir a ponerse la antitetánica en el Regional. Tenían que viajar del Campo Contreras al centro en esos 16 que largaban más humo que una chimenea. Sepan, cuando viajen en los coches nuevos, que yo se los compré. Pero ustedes no valen niaca”.
“Vieron a Miranda, a Mariano Mores, a ¡Diego Torres!, todo gracias a mí, santiagueños matacos, acostumbrados a ver Los Bony, le di caviar, hijo de p…, y ahora me pagan así. Me criticaban porque decían que les pagábamos mucha guita a esos artistas, pero a la hora de ir al Parque Aguirre, todos iban, todos saltaban y todos cantaban… traidores”.
“Qué mierda se creen, ahora me gritan ladrón, bien que les gustaba cuando los aniversarios de Santiago los divertía con los fuegos artificiales. Cada vez que tirábamos esos cohetes sofisticados que en su vida habían visto antes, todos pero todos, como buenos boludos miraban al cielo diciendo ay, mirá qué lindo”.
“¿Qué pensaban? ¿Que les iba a dar colectivos cero kilómetro y yo iba a andar en un Fiat 600? ¿Que les iba a construir semejante costanera y que yo iba a vivir en el Almirante Brown? ¿Que les iba a organizar festejos (circo, circo, circo) durante un mes entero para después irme de vacaciones a Villa la Punta? ¿Por que no comen kilómetros de bosta, ignorantes?”
“Sí viejo, yo quería ir a Punta del Este ¿y qué? Si Tinelli va todos los veranos a Punta, ¿por qué yo no? ¿Van a decir que no lo merecía? Váyanse a la mierda”.
“Santiagueños resentidos, me matan porque contraté a Cuneo Libarona, ¿y qué esperaban? ¿Que utilice para mi defensa a un abogado recién recibido de la UCSE?”. ¿A alguno de esos pelotuditos que estudian derecho porque los papitos los obligan?”

Retumba la voz de Julito, enfadada, con bronca, que reniega de “la gilada”. El guardia lo escucha, y le dice: “Ya está viejo, ya vendrán tiempos mejores”. Julito le hace fuck you, se levanta y se va a dormir.

1 comentario:

La Dueña dijo...

MAGISTRAL!!!!

Me gustó mucho la fina ironía que usas.

Saludos