jueves, 10 de septiembre de 2009

Entrevista a Marcos Aguinis- Esteban b.


“Marcos, lo que más admiro de tu libro es la cantidad enorme de puteadas que te mandás sin decir una sola mala palabra”, le dijo un lector a Marcos Aguinis, haciendo referencia a ¡Pobre Patria Mía!, el ultimo y exitoso libro publicado por el escritor cordobés. Aunque mejor sería llamarlo “panfleto”, como el mismo autor señaló en varias oportunidades. Un panfleto escrito con furia y desilusión, en donde abundan las exclamaciones y las preguntas retóricas. Porque Aguinis está “enojado” con el rumbo que tomó la Argentina desde 1930, porque no le gusta para nada el gobierno de los Kirchner, porque está desencantado de la realidad política actual. Será por todo eso que ¡Pobre Patria Mía! vendió más de 100 mil ejemplares, un número totalmente llamativo en el mercado editorial local. Aunque, a decir verdad, Aguinis está acostumbrado a ser best seller.
De visita por Santiago del Estero y después de dar una conferencia organizada por la Fundación Cultural y la Fundación Hamburgo, el autor de “El atroz encanto de ser argentinos” dialogó con el administrador de este blog. La primera pregunta estuvo relacionada con las palabras que Aguinis pronunció en la presentación de un libro (ver recuadro) en donde dijo que los evasores constituyen “una porción sana del país”* (1).

Se difundieron unas declaraciones suyas en las que usted justificaba de alguna manera la evasión fiscal. ¿Podría contextualizar esas declaraciones?
Aguinis: El origen del tributo es de la Prehistoria. Comienza cuando una tribu, un pueblo o un ejército lograba someter a otro pueblo, y entonces le daban la alternativa de ser degollados o pagar un tributo, y eso fue la técnica que usaron los imperios de la antigüedad, los asirios, los babilonios, después Alejandro Magno y posteriormente el Imperio Romano. Los países pagaban tributos que consistían en enviar barcos, alimentos, animales y otros bienes a cambio de que se les permitiera sobrevivir. Cuando un pueblo se rebelaba y dejaba de pagar los tributos, el centro dominador enviaba sus tropas para volver a someterlos. En los evangelios, a los que recaudaban impuestos se los llamaba publicanos, a los cuales Jesús condenaba de una forma muy dura. Uno de ellos fue Mateo, que después se convirtió en uno de los evangelistas. Y los publicanos en el evangelio están señalados como delincuentes, es decir, cobrar impuesto es ser cómplice del victimario que le roba a la víctima. Más adelante, la civilización fue estableciendo otro tipo de relaciones, más igualitaria y respetuosa, que es el precio. El precio significa que se produce un intercambio en base al valor de un producto generado por el trabajo y la inteligencia. Pero más adelante aun, el impuesto comenzó a tener una significación socialmente más ecuánime.
Como es actualmente…
Aguinis: Claro, es el dinero que recauda un centro de la comunidad para distribuirlo a los sectores más pobres y más desposeídos. Pero evidentemente ese centro tiene el deber de explicitar claramente que cumple con su función, como un gerente que debe rendir cuentas sobre el destino de los dineros que él recibe de la producción de esa empresa. Esto se fue distorsionando al extremo de que en la actualidad, el Estado, que es ese gerente, recibe dinero y no rinde cuentas. Entonces, son tributos que se pagan y que tienen la misma característica de los tributos de la época arcaica, en la cual, el que está en poder del Estado maneja estos fondos de forma arbitraria para eternizarse en el poder. O sea, se considera el dueño de estos fondos. Aquí en Argentina nos encontramos con la realidad de que se viola permanentemente el federalismo, que la coparticipación no se cumple en forma debida, y que todo el país manda el producto de su sudor al puerto, como si viviéramos en un régimen unitario, y desde el puerto se le devuelve en cuentagotas según la obsecuencia de intendentes y gobernadores. Esa es una gran distorsión, yo no digo que haya que eliminar los tributos, sino que los tributos tienen que tener un rol de ecuanimidad y de transparencia, que en la Argentina no existe.
Entonces, dadas las circunstancias de la Argentina, ¿usted hace una defensa de la evasión?
Aguinis: Yo no defiendo la evasión. Yo estoy en contra del incremento abusivo y arbitrario de los impuestos que traban la producción y que le hacen mal a toda la nación.
“¡Pobre Patria Mía!” comienza diciendo: “Fuimos ricos, cultos, educados y decentes”. ¿Hoy qué somos?
Aguinis: Hoy somos lo contrario. Cuando yo me refiero a esos rasgos, hablo de tendencias, no hablo de que todo el mundo haya sido trabajador y decente sino que la tendencia era esa. Y gracias a ella la Argentina pudo convertirse en la séptima u octava economía mundial, tener sueldos más altos que Suiza y que Francia, ser el país más culto de América Latina y recibir millones de inmigrantes que venían con la esperanza de una movilización social acelerada, que realmente se dio. Pero posteriormente se fue dando lo contrario, entonces el ascenso que tuvimos nosotros desde 1853 hasta 1930, se convirtió en un descenso que empieza mas o menos en 1930, con un tiempo de incubación previa, y va declinando hasta ahora, con algunos pequeños intervalos de crecimiento. Yo tomo el periodo de Frondizi, como uno de los cortos periodos de crecimiento.
¿A qué atribuye que la mayoría de sus últimos libros sean best seller?
Aguinis: Me parece que lo que el lector ha descubierto en mis libros es que yo digo lo que pienso. Que eso me lleva a ser políticamente incorrecto, a irritar, a ser desagradable a veces. O a entusiasmar también. Argentina es un país que padece tanto el doble discurso, la mentira, la falsedad, el fraude, que los lectores agradecen eso, que el autor les hable con franqueza. Y yo hago esto porque cuando escribo sé que lo hago para compartir ese texto con otra persona. No escribo para mí, escribo para otro. Si son muchos, mejor. Y con esos otros debo compartir lo que yo siento, de lo contrario se me irían las ganas de escribirlo, porque estaría diciendo algo que es falso, y no me entusiasma a mí mismo.
En la revista Primera Plana decían de usted en la década del ochenta: “Aguinis jamás fue propenso a las grandes declaraciones o a lucrar con la literatura, por el contrario, se contrajo para brindar lo mejor de sí”. ¿Por qué cambió el bajo perfil por una exposición más marcada y por declaraciones altisonantes?
Aguinis: Sigo siendo reticente a las declaraciones, y usted ve cómo le escapo a la prensa, lo que pasa es que me persiguen y me presionan de una manera excesiva para que hable y me involucre. Inclusive, fijesé, el grupo Aurora no es un invento mío sino que es un grupo de personas que quieren crear un espacio de reflexión plural, y la prensa me ha tomado a mí como el centro de eso grupo, y yo colaboro pero no soy el centro ni lo quiero ser.
¿Qué lo une con los miembros del grupo Aurora?
Aguinis: Nos une el común anhelo de desarrollar un espacio de pensamiento crítico, pluralista, constructivo, fraterno, que relance la Argentina hacia el camino que la hizo grande, como volver a establecer entre nosotros un nuevo Acuerdo de San Nicolás; volver a ley, volver al respeto hacia todos los sectores de la sociedad y acercar los hombros y los esfuerzos para objetivos que nos conviertan en un país exitoso. Hoy más bien estamos inclinados a seguir las huellas de los países fracasados, de países que van hacia catástrofes, como es el caso de Venezuela, donde hay cada vez mayor limitación a la libertad de prensa, no han desaparecido los pobres pese a la catarata de petrodólares y hay una confrontación y un odio interno peligrosísimo.
Hablando de libertad de prensa, usted ha señalado en varias ocasiones que este Gobierno intenta amordazar al periodismo. Sin embargo, pocas veces se ha visto a una gestión tan criticada como la de los Kirchner. ¿No hay aquí una contradicción?
Aguinis: Las críticas han existido siempre, lo que ocurre es que ningún gobierno ha atacado tanto a la prensa como éste. Yo participé y trabajé con el gobierno de Raúl Alfonsín, y lo criticaban de practicar la democracia pornográfica, de cometer una serie de delitos que fueron falsos. A Carlos Menem se lo criticaba todo el tiempo y se hablaba de la “farandulización” de la política y se hacían burlas de sus cosas, que digamos que no eran infundadas pero las críticas existían. Pero este gobierno comenzó a dar bofetadas contra el periodismo de una manera completamente inédita. Por ejemplo, jamás se había acusado desde la casa de Gobierno a determinados medios de comunicación y a periodistas con nombre y apellido, como la ha hecho Néstor Kirchner. Esto es inédito en toda la historia. Desde el descubrimiento de América hasta ahora, eso jamás ocurrió. De manera que aquí nos encontramos con un gobierno que es demasiado susceptible y crítico contra la prensa, con el propósito de llevarnos poco a poco hacia la solución chavista, que es ponerle una mordaza a los medios de comunicación.
Muchos colegas suyos lo catalogan como un intelectual de derecha. ¿Qué es actualmente la derecha para usted?
Aguinis: En primer lugar, no soy un intelectual de derecha, porque yo defiendo los valores de la izquierda, que nació defendiendo la libertad, la fraternidad, la igualdad de oportunidades, la justicia, la ecuanimidad. La derechización la han cometido una gran cantidad de países y organizaciones que se llaman de izquierda pero que se han vuelto fascistas, que apoyan dictaduras, la intolerancia, la limitación a la entrada y salida de las personas, las persecuciones y la discriminación.
Entonces, ¿cómo se distinguiría hoy la derecha de la izquierda?
Aguinis: Es una división completamente falsa, que ya no se usa en muchos países. Porque en este momento hay una confusión muy grande. Uno no puede decir ya que Stalin ha sido de izquierda, porque era un hombre muy parecido a Mussolini, y genocida como Hitler. ¿El modelo es Stalin? ¿El modelo es Fidel Castro, que durante más de 60 años ha mantenido a Cuba como una gran Alcatraz en el Caribe? Son categorías arcaicas que se siguen usando como palabras mágicas, pero que en realidad no significan nada, simplemente se usan para descalificar a alguien. Yo me encuentro en este momento con que las declaraciones mías y los libros que publico, no son objeto de una refutación racional, no se refuta lo que yo digo, lo que se trata es de descalificarme, y la palabra mas fácil para descalificarme es decir que soy de derecha, con lo cual se quiere expresar: “este es un loco, un reaccionario, alguien que no merece ser ni siquiera escuchado”. El objetivo es provocar una censura, de modo que al usar esa palabra, quien la está usando lo que hace es esquivar la refutación porque no la tiene. Esta técnica la usó muy bien (Joseph) Goebbels, es el maestro en utilizar esa técnica que es descalificar al interlocutor para no tener que refutarlo. El decía que los judíos son una raza inferior, y entonces le preguntaban, ¿pero Einstein es inferior? ¿Freud es inferior? ¿Marx es inferior? Pero eso él no contestaba.

* (1)En la presentación del libro “Tributación y Servidumbre"‏ de Meir Zylberberg, el escritor Marcos Aguinis dijo: “Este libro de Meir tiene un gran coraje, porque él señala que los evasores, en lugar de ser considerados como actualmente los son, unos delincuentes que deben ser perseguidos, castigados, que deben ir a prisión, en realidad, constituyen una suerte de grito de libertad, una porción sana del país que se rebela en contra de esta injusticia tremenda que padecemos los argentinos, como las injusticias tremendas que padecían los pueblos de la antigüedad. Entonces, los evasores constituyen una suerte de millonaria cantidad de ciudadanos que se están defendiendo del enemigo de la sociedad en que se ha convertido el Estado”.